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El Celta regala una goleada

La pobre actitud de los celestes pasa una elevada factura al equipo de Berizzo en El Madrigal ante un Villarreal intenso e infalible

Bongonda, tendido en el suelo tras tropezar en un contragolpe // LOF

Un Celta aplanado, por momentos casi ausente, regaló ayer una goleada en El Madrigal a un Villarreal impecable, que desarboló al conjunto de Berizzo con una apabullante puesta en escena que convirtió cada pérdida de balón en una pesadilla y le infligió una goleada antes de que pudiese darse cuenta de lo que estaba pasando.

Un correctivo en toda regla el recibido por el conjunto vigués, noqueado sin ofrecer resistencia por un adversario infalible, que ocupó con eficacia el campo, se anticipó a los celestes en cada movimiento y dictó una lección de juego a la contra. Le ayudó (y mucho) al equipo amarillo la inconsistencia con que el Celta entró el partido, su complacencia para dar facilidades a un adversario que convirtió en gol cada uno de los disparos que encontraron portería.

salida en tromba

El Celta se vio desbordado por la salida en tromba de un rival extraordinariamente intenso, que le apretó con determinación arriba, recuperó con insultante facilidad la pelota, forzó el error y armó el contragolpe con una velocidad y precisión endiabladas. El Villarreal actuó con decisión, sin contemplaciones con dos puñaladas casi consecutivas antes de cumplirse el primer cuarto de hora de juego. Trigueros aprovechó el primer desorden defensivo para servir entre los dos centrales celestes un gran centro a Roberto Soriano que el futbolista italo-germano convirtió en el primer gol amarillo cruzando la pelota muy lejos del alcance de Sergio. Cuatro minutos después, sin tiempo para recuperarse del mazazo, un error del portero céltico entregó al propio Soriano el segundo. Sin estar demasiado exigido por la presión de Bakambu a una cesión de Pione Sisto, el catoirense entregó la pelota al delantero del Villarreal, que controló el balón, alzó la vista y lo elevó por encima del guardameta céltico. Mario y Bakambu pudieron ampliar la cuenta local antes de que el Celta reaccionase, al menos, para reclamar la pelota.

un celta plomizo

La posesión de la pelota nunca es un fin en el fútbol, sino un medio de acceder al gol, que es el verdadero objetivo del juego. De nada le sirvió ayer al grupo de Berizzo asumir la incitativa con el balón porque su juego fue plano, carente de velocidad y completamente desprovisto de filo. El equipo vigués se limitó a magrear el balón en horizontal, sin profundidad ni rapidez para sorprender a un rival que hizo del orden bandera.

La falta de profundidad de los celestes contrastó con el ofensivo once dispuesto por Berizzo, que recuperaba a Orellana y situó al chileno como enganche de un afiliado (al menos sobre el papel) cuarteto atacante, con Sisto y Bongonda a sus flancos, y Aspas por delante. Pero el regreso del talentoso atacante chileno no mejoró la capacidad asociativa del cuadro celeste, que se perdió en una sucesión de pases estériles que el rival controló sin demasiadas complicaciones o robó para pillar a la zaga celeste en precario. Así llegó, por ejemplo, el tercer gol poco después de la media hora de juego. Un pérdida de Orellana en el balcón del área rival tras un saque de banda acabó en el fondo de las mallas de Sergio. El tanto lo fabricaron entre Sansone y el Bakambu, que se plantó en solitario frente a Sergio tras recibir en largo del alemán. Demasiado castigo como para pensar que era posible la remontada.

el colmo de la desgracia

Nos tiene acostumbrados el Celta a ser uno de esos equipos que nunca se rinde. Pero hay días en los que todo sale torcido y el de ayer fue uno de esos en los que es mejor no levantarse de la cama. Que se lo pregunten si no a Daniel Wass, que anotó en meta propia el cuarto gol amarillo en el primer balón en sobrevolaba la portería de Sergio en la segunda parte. El autogol permitió al rival bajar el pistón y convirtió la remontada celeste en una misión imposible.

pobre balance ofensivo

La infalibilidad en el remate del Villarreal, que convirtió en gol cada uno de sus lanzamientos entre los tres palos, contrastó con la pobreza ofensiva del Celta, completamente anulado por una defensa impenetrable. El rigor con que se emplea el equipo amarillo, su coordinación en el achique del espacio y habilidad en la ocupación del campo son un signo distintivo de este Villarreal de Fran Escribá, que ha incorporado al talento ofensivo que ya mostraba con Marcelino un plus consistencia defensiva que incrementa su fiabilidad.

cambios protectores

Con el partido perdido, Berizzo tiró de pragmatismo y movió el banco pensando más en proteger jugadores para el derbi del próximo domingo. El técnico dio minutos a Pape, que dio el relevo a Sisto; y retiró a Aspas y Wass, ambos con una tarjeta amarilla, para dar la alternativa a Rossi y a Señé.

Las precauciones del técnico no mejoraron las prestaciones ofensivas del Celta, que recibió incluso un quinto gol, obra de Trigueros. Y Berizzo tampoco pudo evitar perder a Sergi Gómez, que fue expulsado por doble amonestación, y no podrá estar en el césped de Balaídos en el inminente duelo ante el Deportivo.

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