El Celta regaló ayer otro inmenso espectáculo para birlarle los tres puntos al Barcelona, en un duelo intenso y vibrante que acabó con siete goles (4-3), después de que los célticos anotasen tres en la primera mitad y los azulgrana metiesen el miedo en el cuerpo al rival con dos goles al filo de la hora de partido y rondasen el empate en un final de infarto.

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GALERÍA | Aspas celebra un gol ante el Barcelona en Balaídos. // Alba Villar, José Lores

El equipo de Eduardo Berizzo le ha tomado la medida al Barcelona de Luis Enrique Martínez: tres victorias en cinco enfrentamientos de Liga han sumado los célticos ante uno de los mejores equipos del mundo. La exitosa fórmula ha sido siempre la misma: una gran mentalización para correr más que el rival y presionarle muy cerca de su área para aprovechar sus errores y un gran compromiso para anular el arsenal ofensivo de los azulgrana.

Así fue como el Celta le marcó cuatro goles ayer al vigente campeón de Liga, uno menos de los que llevaban los locales en las seis jornadas anteriores del campeonato. Y los tres primeros llegaron en la primera mitad, después de un arranque de partido con el Barça tomando la iniciativa en el juego. Pero un Aspas descomunal permitió que Balaídos viviese otro sueño maravilloso, similar al de la victoria de hace apenas un año (4-1). El moañés asistió a Pione Sisto para que el danés abriese el marcador, después conectó un zurdazo inalcanzable para Ter Stegen y cuando se disponía a conseguir el segundo de su cuenta particular, tras un pase de Wass, Mathieu se le adelantó para impedir su remate y provocó un autogol que llevó el delirio a las gradas. En apenas diez minutos, el Celta machacaba a un rival que buscó la llegada del descanso como el boxeador noqueado corre al rincón del cuadrilátero reclamando agua en abundancia, oxígeno y puntos de sutura.

Siguiendo el mismo plan que en las dos victorias anteriores sobre el equipo de Luis Enrique Martínez -la de noviembre de 2015 en el Camp Nou y la de septiembre del curso pasado en Vigo-, el Celta puso una intensidad y un compromiso en el juego colectivo que tras las dudas iniciales acabó comiéndose a un rival que careció de la misma motivación que los locales.

Porque como había apuntado la víspera Berizzo, el partido se iba a decidir en el centro del campo. Y no le faltó razón al técnico argentino porque Luis Enrique pobló la medular de jugadores reservas mientras dejó en el banquillo a Iniesta y a Rakitic. Y el Barça lo pagó caro porque Radoja, Wass y Pablo Hernández, se comieron a Busquets, Rafinha, André Gomes y Turan.

A pesar de que ese cuarteto es de un elevado nivel técnico, el fútbol se juega con los pies pero se domina con la cabeza. Y la del Celta ayer estaba para llevarse por delante al Barcelona y a cualquiera que se pusiera enfrente. Le van los retos difíciles, como ya saben el Real Madrid o el Atlético de Madrid, que también han sido víctimas del juego arrollador que imprimen los de Berizzo cuando salen enchufados a un partido, como ocurrió en el de ayer. Y sin permitir que Neymar y Luis Suárez tocasen el balón, el Celta acabó barriendo al Barcelona en un tramo final de la primera parte arrollador.

Luis Enrique corrigió el grave error de dejar en el banquillo a Iniesta. Cuando el manchego entró en la segunda mitad, el partido tomó otro rumbo. El Barcelona se transformó en otro equipo. Del 4-4-2 inicial pasó a su habitual 4-3-3, con Turan por la banda derecha. El turco se iba con facilidad de Roncaglia, que volvió al lateral derecho ayer. Y con el balón en poder de los azulgrana, el Celta comenzó a sufrir, sobre todo a partir del gol de Piqué tras un centro al área. Y con el penalti discutido por los célticos a André Gomes, Neymar recortó diferencias desde los once metros. Entonces, Balaídos temió que todo se caería por la borda ante un Barça que buscó el empate. Pero llegó un inesperado error de Ter Stegen, en un saque de portería que aprovechó Pablo Hernández para anotar el cuarto. El portero intentó sacar por encima del internacional chileno, que alcanzó el balón con la cabeza y lo mandó al fondo de la portería. Un gran alivio para un Balaídos que se preparaba para vivir un cuarto de hora de taquicardias, porque Piqué volvió a aparecer en el área del Celta para anotar el tercero del Barça. El zaguero aprovechó una gran jugada de Denis Suárez, que le sirvió un centro desde la línea de fondo. Pero el partido se moría y ya no quedó tiempo para que los azulgrana estropeasen un triunfo merecido de un Celta que volvió a regalar otro triunfo espectacular.