El Celta ha sabido aprovechar puntuales golpes de fortuna para salvar situaciones comprometidas. Entre esos episodios se encuentran la irrupción estelar de Aspas ante el Alavés para evitar un descenso a Segunda B o el gol de Natxo Insa para mantener al equipo en Primera. Ayer, el fútbol le regaló al presidente del club vigués una aplacible jornada, que comenzó con el triunfo del filial en Barreiro, siguió con una comida con la directiva del Barça en un restaurante de Nigrán para limar las diferencias surgidas el año pasado por el fichaje de un infantil céltico y la insistencia en llevarse a Nolito al Camp Nou.

Mientras tanto, la afición amenazaba con aprovechar la visita del Barcelona a Balaídos para protestar por el proceso de venta del club a un holding chino o por el apoyo del club a Javier Tebas como candidato a la presidencia de la Liga de Fútbol Profesional. El intentísimo partido que célticos y azulgranas brindaron a los aficionados en la noche de ayer solo permitió cánticos de alegría y concentración en lo que sucedía en el campo. No hubo tiempo para nada más. El espectáculo exigió toda la atención desde el primer minuto al último, bajo la amenaza de perderse un gol o una jugada extraordinaria de dos equipos que protagonizaron una noche inolvidable de fútbol.