La inquebrantable fe de John Guidetti, que se fajó durante más de 80 minutos en una desigual lucha con tres centrales como armarios roperos hasta encontrar el gol en su primer disparo a puerta, y la profundidad y talento de los hombres de refresco rescataron a un Celta plomizo e impulsaron al conjunto de Berizzo hacia una inesperada victoria europea frente al rocoso Panathinaikos en veinte minutos de fútbol desatado.

Un triunfo rotundo, auspiciado por una eléctrica jugada culminada por el delantero sueco y certificado con un misil de Wass que puso fin, en el último suspiro del partido, al último conato de resistencia de un rival que no mereció tanto castigo. No tuvo ni mucho menos franco el camino hacia la victoria el grupo de Berizzo, que durante la mayor parte del encuentro se vio superado por un adversario muy disciplinado, que ocupó con rigor el campo y anuló al cuadro celeste, que se vio claramente superado durante muchas fases del partido.

Antes de que la entrada de Iago Aspas y después la de Sisto y Wass revolucionasen el choque, el Panathinaikos puso contra las cuerdas al Celta, que sobrevivió gracias a las paradas de Sergio, el hombre del partido hasta que Berizzo decidió mover su fórmula para dotar a su equipo de filo.

Con más rotaciones de las anunciadas -solo Sergio, Cabral, Jonny Marcelo Díaz y el Tucu repitieron con respecto a Cornellà- y Andreu Fontás como principal novedad en la alineación y Rossi y Guidetti como novedosa pareja atacante trató el Celta de dominar la pelota y el juego frente a un robusto y precavido adversario, que formó con defensa de cinco decidido a blindar su portería y esperar un fallo que le abriese el camino del gol,

El equipo de Berizzo asumió la iniciativa, pero muy poco más, pues le faltó velocidad en la elaboración de las jugadas, precisión en la entrega y complicidad entre Naranjo y Señé, los hombres de banda, y la dupla atacante, que se estrelló una y otra vez contra la sólida muralla defensiva dispuesta por Andrea Stramaccioni, el técnico visitante. No le ayudó al Celta el deficiente estado del levantisco césped de Balaídos, que frenó un par de buenas ideas, aunque los problemas de los celestes tuvieron más que ver con la falta de agresividad e intensidad para atacar la pelota que con el evidente mal estado del campo.

Con su armadura de cinco defensas, tres medios y dos poderosos puntas (el sueco Berg y el colombiano Ibarbo) se encontró el conjunto griego a sus anchas en Balaídos. Mejor situado y más intenso que el Celta, el Panathinaikos cerró el paso a su portería, ganó los balones divididos y, sin tener la pelota, gobernó el partido.

De muy poco sirvió al grupo de Berizzo la posesión de la pelota. Su dominio fue yermo, sin filo. Faltó ritmo en la circulación, compenetración entre líneas y sobraron pérdidas de balón que el rival aprovechó cada vez mejor para llegar al portal de Sergio, primero de forma tímida y, con el paso de los minutos, de modo cada vez más evidente. Primero fue Berg el que probó sin mucho peligro el disparo tras una pérdida de Jonny, luego Villafáñez, con un tiro raso que se perdió a la derecha del portal celeste y más tarde Zeca, con algo más de veneno, el que puso a prueba los reflejos de Sergio.

Fue sin embargo Ibarbo el que, poco antes del descanso, rondó el gol para los griegos después de un error en la entrega de Fontás que dejó al colombiano mano a mano ante Sergio. El Gato desvió el remate del artillero verdiblanco con una parada enorme y sacó luego con el pie, en otro impresionante alarde felino, un segundo remate letal de Coulibaly, que había recogido el rechace.

No mejoró el Celta tras el intervalo. La pelota seguía sin fluir y cada pérdida de balón en medio campo acercaba más al Panathinaikos al gol. Lo tuvo a tiro en un flagrante penalti de Cabral a Ibarbo cuando el colombiano encaraba de nuevo en solitario a Sergio, pero el árbitro (muy permisivo con ambos equipos) dejó seguir el juego. Un alivio para el Celta, que pudo haber perdido además a Cabral en la jugada, y un frenazo para el Panathinaikos, que también se vio beneficiado por el colegiado con un penalti no señalado de Samba a Guidetti.

Ante la imposibilidad de hacer daño con lo puesto, Berizzo decidió mover el banquillo y el partido dio un vuelco insospechado. Aspas suplió a Rossi y Sisto y Wass relevaron a Naranjo y a Señé, prácticamente inéditos en las bandas. El trío cambió por completo la cara al Celta, que profundizó en el juego por banda y comenzó a llegar con peligro al área. Un cabezazo de Hernández en el minuto 72 (el primer remate entre los tres palos de los celestes en el partido) fue el preludio de la jugada del gol, que llegó 11 minutos después en una combinación fulgurante: Mallo sirvió a Wass en la banda y, tras levantar la cabeza, el danés servió un perfecto centro al cogollo del área que Guidetti convirtió en el primer gol. El Panathinaikos reaccionó y rozó el empate casi a continuación con un remate de cabeza de Ibarbo que Sergio sacó a bocajarro.

Ya con el duelo encarrilado, casi en el último minuto, Wass sentenció el choque a balón parado con un misil guiado por láser que fulminó al Panathinaikos y certificó un triunfo muy sufrido que dispara al Celta -ya es segundo, tras el Ajax, con tres puntos de ventaja sobre el Standard y cuatro sobre los griegos- en la clasificación del grupo.