Paco Araújo le envía a Carlos Colinas un mensaje a través de Miguel Méndez. "Paco quiere hablar contigo", le comenta el técnico celeste. Colinas acaba de dejar Cortegada. Le intriga saber qué querrá el presidente del Celta. El banquillo está bien ocupado por el propio Méndez. A Colinas no se le olvida la conversación.

- Quiero que el Celta acabe siendo un club de cantera. No sabemos qué va a pasar dentro de unos años con los sponsors y con el deporte femenino. Y quiero que tú dirijas este proyecto-, le descubre Araújo.

- No es una cuestión de hoy para mañana. Esto exige tiempo, medios, dedicación...-, replica Colinas, que aún no conoce al detalle a Araújo y no descarta el capricho pasajero.

- Ese no es el problema-, descarta Araújo, tajante. -El problema es creer en ello o no. Y yo quiero creer en ello.

Sucedió en 2005, mucho antes de que estallase la crisis. Antes incluso del desplome del ladrillo, que presagió la hecatombe y que en Vigo se llevó por delante a todos los patrocinios deportivos. Once años después, el Celta Zorka colecciona títulos gallegos en las categorías inferiores, acude con asiduidad a las fases finales de los Campeonatos de España y aspira a regresar a Liga Femenina 1 con un equipo edificado sobre las jugadoras criadas en su academia. "En aquel momento de la conversación, el equipo ya no peleaba por los títulos pero seguía a muy buen nivel. El paso del tiempo le dio la razón a Paco en cuanto a la deriva que tomó el baloncesto femenino. Lo suyo fue algo premonitorio", comenta Colinas.

Araújo demostró desde el primer día que asumía el peaje que ese cambio de política implicaba. Colinas relata los inicios: "Al principio se hace complicado hacer convivir un equipo de gran nivel profesional con una cantera no demasiado cuidada, que tiene que empezar a crecer. Pero él tenía clara la idea".

- Algún día este equipo tendrá más jugadoras de Vigo que de fuera-, le repetía a Colinas.

"A Paco había una situación que le inquietaba mucho", revela el leonés. "Él quería que la canterana que se asomase al primer equipo se sintiese útil". Es otra consigna del presidente que recuerda bien.

- No quiero jugadoras de relleno. Quiero que la niña esté cómoda, que esté arropada por el vestuario.

Esa exigencia guió en gran medida muchas contrataciones. No se buscaba el mercado solo a la jugadora valiosa dentro de la cancha, también a la pedagoga, a la maestra, capaz de tutelar a las compañeras más tiernas. Pilar Valero, Noemí Jordana o Cristina Cantero ejercieron esa función, que después pudo tomar una capitana criada en la casa, Débora Rodríguez. "Se cuidaba mucho que la canterana no sufriera, que fuese feliz. Lo fundamental era la faceta humana", detalla Colinas. "Y se hizo igual con Tamara Abalde, cuando debutó con 15 años; con Torrens y Nicholls, cuando llegaron a Vigo con 16 y 18. Primero, la persona; luego la jugadora".

Araújo proporcionó además sustento material, sin que le doliese restarle financiación al primer equipo, en un club en el que cada céntimo contaba. Colinas menciona "el patrocinio de Caixanova durante tres años, una cantidad importante, que se dedicaba solo a la cantera. Paco tenía claro que todo lo que entrase de Caixanova sería solo para eso. Así fue desde ese instante".

Durante esa década el deterioro económico general, y el particular del baloncesto femenino o del deporte vigués, se fue desarrollando conforme Araújo lo había previsto, por su sabiduría y desde la atalaya de su asesoría Asyco. Y cuando entendió que era necesario, en 2012 decidió renunciar a una plaza en Liga 1 que jamás se perdió dentro de la cancha. "Este es el producto actual de ese proyecto, quizás ayudado por la estancia en Liga 2, que ha permitido a la gente joven de casa tener más protagonismo", analiza el director deportivo céltico. "Y fue una iniciativa que, como tantas otras en el club, tomó Paco en un momento en el que otros clubes que estaban en nuestro mismo escenario competitivo, como Valencia, Salamanca y Hondarribia, ni tenían cantera ni miraban mucho hacia ella. De aquella visión de Paco surgió esto".

Aunque siempre austero, atado a la realidad, Araújo no dejaba de soñar con devolver al Celta a la Liga Femenina 1; anhelaba poder al menos construir una escuadra con la capacidad de intentarlo. Que es lo que el club ha confeccionado este ejercicio, desde la añoranza a su jefe. "Cuando alguien toma la decisión que él tomó en 2005 de apostar por un proyecto a medio plazo, piensas que algún día podrás volver a la Liga 1 con una buena parte de canteranas", acepta Colinas. "Una de las facetas de la grandeza de su figura es que él no necesitaba tomar esta decisión en aquel momento. Tenía sponsor. El Celta era un nombre con prestigio en Europa a nivel de jugadoras y agentes. Pero pensaba que al club le faltaba algo que quizás pudiese necesitar en los siguientes años. Una vez que se consigue, que se le ha dado vida, que podemos volver a estar arriba ahora o en dos o tres temporadas, no sé, es triste que él no pueda verlo". Araújo estará, no obstante, en todo aquello que se consiga: "Si él no hubiese hecho aquel planteamiento, igual no estaríamos hablando hoy de que el Celta existe".