Con el cuchillo entre los dientes y algo de fortuna encontró el Celta el camino de su primera victoria. Un triunfo esforzado, falto de brillo y sobrado de nervios, (aunque merecido por fútbol) que concede sosiego al equipo en un momento de penuria. Tres puntos necesarios que permiten mirar al futuro con optimismo pero no solucionan los problemas de un grupo que sigue alejado de su mejor versión y no acaba de encontrar el modo de trasladar al fondo de la portería su dominio en el juego.
tres novedades, otro dibujo
Apenas tres cambios introdujo Berizzo con respecto al equipo que empató sin goles el pasado domingo en Pamplona: Roncaglia jugó como lateral izquierdo para dar refresco a Jonny, Radoja entró en medio campo por Señé; y Sisto relevó en ataque a Guidetti. El técnico céltico modificó en cambio el esquema desplegando sus piezas en torno a un 4-3-3 con Radoja, Wass y Hernández en la medular y Sisto, Bongonda y Aspas en el frente de ataque.
Lo más interesantes fue el matiz táctico que Berizzo introdujo en la disposición de las piezas, con Bongonda y Sisto a pierna cambiada, el belga a la derecha y el danés arrimado a la izquierda. Ello permitió al Celta encontrar posiciones de disparo desde los extremos, el más claro un tiro de Bongonda que Cuéllar despejó a córner.
La posibilidad de explotar el recurso de las bandas no mejoró en exceso el juego ofensivo del Celta, que volvió a ser pobre, pero sí le dio una interesante cosecha de saques de esquina (cinco en el primer tiempo) que obligaron al rival a emplearse a fondo en defensa. Cabral primero y Pablo Hernández algo más tarde se las apañaron para encontrar posiciones francas de remate pero definieron mal y, sin esforzarse demasiado, Cuéllar conjuró el peligro.
aspas contra un rottweiler
De regreso a su posición natural de delantero centro, Iago Aspas protagonizó una encarnizada pelea con el vasco-venezolano Amorebieta, a quien Abelardo ordenó convertirse en la sombra del moañés. El exjugador del Athletic marcó al artillero céltico con la tenacidad de un rottweiler y limitó eficientemente los daños favorecido por el hecho de que Iago no encontró socios para combinar en el área y buscó, sin éxito, consuelo buscando el gol desde fuera al área.
Cuando Amorebieta se vio obligado a forzar la tarjeta amarilla en el epílogo del primer tiempo, Abelardo ordenó tras la reanudación que Babin y Amorebieta se alternasen en el marcaje de la estrella céltica. Curiosamente, fue el zaguero del Sporting el que al final abrió al Celta la puerta del triunfo con un penalti a Radoja que Aspas transformó en el gol de la victoria.
MALLO ENCUENTRA EL GOL
Cuando menos se esperaba, con el equipo atascado al inicio del segundo tiempo, el Celta encontró por fin el gol gracias a la perseverancia de Hugo Mallo y al desborde de Sisto, a quien Berizzo utilizó tras el intervalo en la banda derecha con mucho más éxito que en el primer tiempo. El marinense culminó una buena acción del danés y puso la proa hacia la primera victoria del curso.
llueven penaltis
Con viento de cola, Berizzo decidió mover el banco con la idea de administrar su exigua ventaja. Su primera decisión fue retirar a Sisto para fortalecer el medio campo con Marcelo Díaz, que se situó a la par de Radoja con Wass arrimado ahora a la derecha. No sospechaba el técnico que los nervios de verse por delante pasarían factura, y Roncaglia iba a cometer casi a continuación un ingenuo y evitable penalti por derribo a Cop en el área. El propio delantero croata ejecutó con maestría la pena máxima y a punto estuvo de comprometer la victoria del Celta. Berizzo jugó la baza de Rossi, el Celta puso cerco al portal de Cuéllar y acabó encontrando el penalti que Aspas transformó en la primera victoria del curso.
