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escambullado no abisal

El vigués

El vigués

Yo aún sigo creyendo que Paco llamará. Sigo sin descontarlo en mi cabeza. Pero es una cosa mía, que a nadie más interesa. Cada uno gestiona el luto a su manera. Conozco a quien lo llora cada día, como él lloraba a Pablo Beiro. La pérdida es una parte inevitable de la vida, doliéndonos hasta ser dolidos. Los que amamos a Paco, aunque tantos, podríamos reunirnos en cualquier sitio si quisiéramos. No se organiza un memorial en un pabellón por nuestros muertos privados.

Paco Araújo se merece este homenaje como vigués. Como expresión máxima del alma viguesa. Como compendio de todas aquellas virtudes que poseemos, carente de todos nuestros defectos. Tuvo voluntad, empuje, iniciativa. Se creció ante cada dificultad. Batalló contra la desidia e incluso la mala fe de las instituciones. Persistió, pese a la indiferencia de empresas y conciudadanos. Fue por ese individualismo tan nuestro, a veces quijotesco. Sin embargo, ajeno al cainismo, a la envidia, a la parroquia como frontera, siempre impulsó el interés colectivo. Su muerte privó a muchos del ala bajo la que se cobijaban.

Paco, pudiendo dedicarse a sus negocios, se empeñó en recuperar, alimentar y mantener al Bosco Celta. A los que jamás han visto un partido del equipo, que son la gran mayoría, puede parecerles una pequeñez. La existencia del Bosco, sin embargo, es uno de los hilos que conectan a la ciudad con su pasado. Son escasos, delicados, preciosos. Vigo siempre galopa hacia un futuro que no llega. Mientras sueña maquetas e infografías imposibles, va borrando el rastro de los que la construyeron. Paco sabía que Camilo y Gómez Carballo seguirían existiendo, en cierto modo, mientras existiese el Bosco Celta. Mientras haya una mujer con camiseta celeste lanzando a canasta seguirán existiendo todos aquellos que llenaban As Travesas en los setenta.

Hay otros Pacos. No muchos, pero los hay. En los clubes, en las asociaciones de vecinos, en las empresas y los sindicatos. Gente que busca el beneficio de sus vecinos. En el memorial lamentamos que Paco se fue y festejamos que ha sido. Se homenajea al vigués en el que todos deberíamos aspirar a convertirnos: serio, trabajador, solidario, con sentido de ciudad. Si hubiese más como él, nadie podría frenarnos, ningún alcalde, presidente o puerto rival, que antes serían aliados. Es su legado y una buena razón para reunirse en Navia.

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