Carlos Mouriño mantiene todas sus opciones abiertas respecto al futuro del Celta: traspaso familiar, contratación de un presidente ejecutivo o venta. La última opción es la más probable a día de hoy. El presidente maneja las ofertas de dos grupos inversores, uno chino y otro estadounidense. Pero por la opacidad en la composición de estos grupos tampoco se puede descartar la presencia en su estructura de dinero chino. La adquisición del Celta se incluiría en la política expansiva que el gigante asiático ha emprendido en el fútbol. Milan, Espanyol o Granada son algunos de los clubes que ya han emprendido ese camino, aunque con muchos matices en cada caso.

Febrero de 2015 es el momento crucial en esta dinámica. El gobierno chino pone en marcha un plan de desarrollo de su fútbol a varios niveles. En el país de los dos sistemas, ese mezcla genuina de comunismo y capitalismo, la maniobra implica tanto a las instituciones públicas como al capital privado. A nivel interno, el fútbol se convierte en una asignatura dentro de los planes educativos y las empresas multiplican su apuesta por la Superliga. El efecto es inmediato y visible. La competición china, un retiro dorado atractivo para las estrellas veteranas, ha comenzado a fichar jugadores en su madurez. Como Jackson Martínez, traspasado por el Atlético al Guangzhou Evergrande a cambio de 42 millones de euros.

El todopoderoso agente Jorge Mendes, que muñó esta operación, es de los que apuestan por el mercado asiático. Las cifras de esa ventana invernal confirman su buen olfato para los negocios. La Superliga invirtió 251 millones en total, más que la Premier League (236) y la Serie A (86). Lo llamativo es que la segunda división china fue la cuarta que más dinero gastó (48), por delante de la Bundesliga (48), la segunda inglesa (39) y la Liga (32).

El otro vector fundamental de la política futbolística china invierte el sentido y supone el desembarco del empresariado chino en el fútbol europeo. El patrocinio fue el primer conducto y se mantiene como un campo especial activo. La marca de telefonía OPPO se ha ligado al Barcelona en la publicidad estática, el Atlético ha anunciado los móviles de Huawei en su camiseta y en el pecho de la Real Sociedad lucen los caracteres de la firma informática Qbao.

El patrocinio chino se ha extendido por todo el Viejo Continente y en ocasiones de forma controvertida. Un acuerdo comercial convirtió la segunda división portuguesa en la Ledman Proliga, un fabricante de lámparas LED. El escándalo surgió cuando el dueño de Ledman, Martin Lee, reveló que los diez mejores clubes que militan en esa categoría debían contratar a un jugador chino. También había que hacerle sitio a tres técnicos entre esas escuadras. Al final, tal cláusula no se ejecuta de forma obligatoria, pero la contraprestación económica va ligada a su cumplimiento.

El movimiento principal ahora se canaliza hacia el accionariado de las entidades, sin que exista un perfil homogéneo en estos grupos inversores. Pueden ser conglomerados dedicados mayormente a otras actividades. Sucede con Wanda, la firma inmobiliaria, también vinculada a la industria del entretenimiento, que compró el 20% de las los títulos del Atlético. Y con Rastar, especializada en videojuegos y juquetes, que se ha hecho con las riendas del Espanyol. Desport, nueva propietaria del Granada, se centra en cambio en negocios deportivos.

El ejecutivo chino promueve la proliferación de estos movimientos. Las empresas necesitan la aprobación gubernamental para realizar inversiones en el extranjero. Sin embargo, en el fútbol se les ha dado carta libre, ya sea para asumir el control de la entidad, como ha pasado con el AC Milan, con un grupo que opera a través de Sports Investment Changxing, o para entrar de forma minoritaria en el accionariado, como China Media Capital en el Manchester City. El caso de Peter Lim en el Valencia es totalmente diferente ya que, aunque de origen chino, es singapurense.

Espanyol y Granada son los dos casos españoles más próximos. Difieren en las circunstancias propias de cada club y en el modo de actuación de sus nuevos propietarios. Chen Yansheng, el presidente de Rastar, invirtió 17 millones en la compra del 56% del club catalán. La parte más onerosa de la operación atañe a las cuentas de la entidad, con una deuda próxima a los 135 millones. El plan de saneamiento incluye una ampliación de capital de 150 millones. Rastar ha garantizado que cubrirá la mitad. También ha diseñado un ambicioso itinerario deportivo, que pretende convertir al Espanyol en un participante asiduo en competiciones europeas. Este verano se han gastado 15 millones en fichajes.

En el Granada, Desport no ha comprado por 37 millones el 99% de las acciones, sino a la empresa que las detentaba, propiedad de la familia Pozzo -que se ocultaba legalmente tras sociedades interpuestas y testaferros-. Así se han aligerado los trámites. Jiang Lizhang, el dueño de Desport, es un multimillonario, de 35 años de edad con intereses en el Gran Premio de Sanghai de Fórmula Uno, el Master de tenis, la liga china o la NBA. Para su operación con el Granada se ha asociado a Pere, el hermano de Pep Guardiola, representante de jugadores y amigo del líder de Mediapro, Jaume Roures -ambos se aliaron en la gestión del Girona-.

Pere Guardiola ha tenido que reconstruir totalmente la plantilla. Gino Pozzo, dueño del Udinese y que ahora vuelca sus energías en el Watford inglés, utilizaba el Granada como trampolín para sus jugadores y se los ha llevado a todos. Pere, mezclando fichajes y cesiones, (9 millones en inversiones) se ha decantado por un modelo de juego atractivo, encabezado por Paco Jémez, cuya consistencia está de momento en duda.

Jiang Lizhang ha renovado totalmente la directiva, situando como altos ejecutivos a personas de confianza. Ha respetado, sin embargo, a los empleados de medio y bajo nivel de toda la vida. Comentan en Granada que Lizhang y los miembros de su comitiva se muestran respetuosos y amables en el trato, granjeándose el beneplácito de las instituciones. La transición ha sido, en general, dulce y el plan financiero es serio, muy alejado de excesos que en Andalucía relacionan más con los jeques árabes por el ejemplo de Málaga, al que Jiang Lizhang había rondado previamente. El componente asiático se nota en la apertura de una oficina del Granada en Shanghai y en el trabajo en una empleada china en el departamento de comunicación, traduciendo noticias. Se intenta convertir al club nazarí en un producto conocido en el Lejano Oriente.

Nada ha trascendido de momento de la identidad o composición concretas de ese grupo inversor chino que ha planteado a Carlos Mouriño la oferta más elevada. El Celta, además, no tiene la deuda del Espanyol ni la estructura volátil del Granada. Estos factores y otros, como los gestores que ese grupo elegiría, determinarán el futuro del club celeste si la operación se acaba concretando.