El Atlético de Madrid actúa con el sigilo de un asesino silencioso cuando se enfrenta al Celta, que habitualmente se manifiesta mucho más preocupado por las heridas que puedan ocasionarle Real Madrid o Barcelona. El mayor terror en el imaginario céltico lo infunden blancos y azulgranas. Sin embargo, los rojiblancos son quienes más sinsabores han causado a los célticos a lo largo de su medio siglo de historia en Primera División. Así lo corrobora el número de victorias que acumula el Atlético en Balaídos (24) y en el global de partidos oficiales entre ambos (68).

El de ayer no fue una excepción a esa superioridad estadística de los rojiblancos, a pesar de que el equipo vigués le superó en juego y en ocasiones durante la primera mitad. Los de Eduardo Berizzo pudieron adelantarse en el marcador en dos ocasiones, pero ni Josep Señé ni Thèo Bongonda supieron aprovechar las excelentes asistencias de Iago Aspas. Tras el descanso, en cambio, Antoine Griezmann y Koke Resurrección sí exhibieron el poderío ofensivo que caracteriza a un equipo que intenta mantenerse entre los punteros de Europa, a pesar de su titubeante arranque de Liga. El francés anotó un doblete y dio una asistencia al madrileño. La goleada la cerró Ángel Correa en el estreno de la jornada matinal del sábado. Ni la lluvia quiso perderse el novedoso horario. Los aficionados de Tribuna tuvieron que mojarse, a la espera de la instalación de una amplia visera que les resguarde del duro otoño que se le presenta al Celta tras sumar tres derrotas en uno de los peores arranques de Liga de su historia y en vísperas de reaparecer en Europa tras diez años de ausencia.

La necesidad de ambos equipos de sumar el primer triunfo llevó a sus entrenadores a plantear un partido muy táctico, donde todo debía decidirse en el centro del campo.Así, Berizzo apostó por el mismo trío de centrocampistas que rozó la sorpresa en el Bernabéu. Y como quería evitar que Simeone aprovechase las bandas con los laterales, Señé fue la sorpresa del once céltico. El catalán debía tapar a Filipe Luis, mientras que Bongonda vigilaría a Juanfran. En la medular, emparejamientos individuales: Wass, con Koke, Hernández con Saúl, y Radoja con Gabi. En defensa, Mallo seguía a Carrasco, Jonny a Griezmann y Sergi Gómez, la otra novedad en el once céltico, se pegaba a Fernando Torres, que apenas apareció en el partido. El rival estaba maniatado.

El primer tiro a puerta del Atlético llevó la firma de Griezmann, pero sin dificultad para Sergio Álvarez, que ayer no solo mejoró el juego con el pie sino que puso en bandeja un balón largo a Bongonda. Aunque fue Señé quien tuvo la primera ocasión, pero su remate con la izquierda no encontró la portería de Oblak. Con Rossi en el banquillo, Aspas aparecía como asistente para los extremos. A la media hora regaló otro caramelo. Esta vez fue Bongonda quien no encontró portería en el mano a mano con el portero rojiblanco. Después de un intenso intercambio de golpes, el Celta desplegaba su dominio en el centro del campo con un Pablo Hernández excelso, salvo en los pases al hueco.

Con el partido bajo dominio céltico y sin noticias del ataque rojiblanco, Balaídos coreaba "fútbol de salón, fútbol..." Solamente se echaba en falta el gol para corroborar el dominio del equipo local ante un rival que también necesitaba sumar la primera victoria del año.

La última del curso pasado la habían conseguido los rojiblancos en el Calderón ante el mismo rival de ayer. Y como en aquel cierre de campaña, Griezmann apareció en escena tras el descanso para amargarle el día a la defensa del Celta. El francés aprovechó la pasividad de Jonny en la marca para centrar con comodidad desde la derecha hacia el segundo palo. Allí apareció Koke, que le ganó la carrera a Wass y fusiló a Sergio Álvarez.

El Atlético de Madrid comenzaba a transformarse en el asesino silencioso, ese que ayer se presentó en Balaídos casi tan necesitado de puntos como el Celta. Ambos equipos, además, cuentan con con técnicos a los que les gusta el fútbol intenso y llegaban a esta cita igualados en los seis enfrentamientos que habían protagonizado en los últimos años.

Ayer, sin embargo, Simeone volvió a salirse con la suya. Replegó de salida a su equipo para que el Celta gastase las energías en intentar dominar el marcador. Y cuando a los célticos se les agotó el oxígeno, surgieron los espacios libres para que el Atlético pudiese jugar más cómodo a la contra y establecer las diferencias de pegada que existen ahora mismo entre ambos equipos. Logró tres goles casi idénticos, sin necesidad de recurrir a su mortífero contragolpe. Centro desde la banda derecha y remate certero dentro del área. Así fueron los tres primeros.

Los rojiblancos aprovecharon también la osadía de Berizzo de buscar el empate con un cambio táctico que resultó fallido: Giuseppe Rossi debutaba con el Celta en el minuto 67. El italiano entraba por Wass y se situaba como mediapunta. El centro del campo del Atlético aprovechó la superioridad en el eje para pasar por encima de Radoja y de Hernández. Así, la línea defensiva, de la que habían desaparecido Jonny y Cabral, se vio desbordada por la velocidad de los atacantes rivales. Griezmann anotó el segundo de su equipo al ganarle un balón aéreo a Cabral tras un centro de Saúl. Se cumplía el minuto 72 cuando el equipo vigués sufría el golpe definitivo. Entre medias, el árbitro pasaba por alto un penalti de Mallo sobre Carrasco cuando el belga se plantaba solo ante Sergio y Gameiro, que entró por Torres, fallaba un gol a puerta vacía. Griezman obtenía su doblete con otro remate de cabeza, a centro de Juanfran, a diez minutos para el final. El Celta entonces lanzaba por primera vez contra la portería de Oblak y Rossi estuvo a punto de marcar en la anterior acción a la que Correa, a pase de Koke, cerró la goleada del Atlético ante un Celta que no iniciaba el curso con tres derrotas desde 1982.