El estadio de Balaídos, en obras, no superó la primera inspección de los aficionados. Muchas fueron las reclamaciones realizadas ante el personal del Celta durante el partido con el Leganés, así como a través de las redes sociales, por las deficiencias e incomodidades de una infraestructura que se encuentra en fase de remodelación y que intenta adaptarse a las nuevas exigencias de la Liga.

Las protestas más reiteradas se produjeron en la grada de Río Alto, donde los aficionados situados en las primeras filas de asientos se quejaron de visibilidad reducida de parte del terreno de juego debido a la colocación de una valla de publicidad en el frente del graderío.

El mismo problema de visibilidad denunciaron los que ocuparon los asientos más próximos al césped de la nueva grada de Tribuna Baja. Se quejan de que desde esas primeras filas es necesario levantarse para contemplar lo que sucede en las inmediaciones de la línea de banda.

En Río Bajo, por su parte, las quejas se centraron en los banquillos, que han sido pintados de oscuro, con lo que se han convertido en un muro que dificulta la visión sobre determinadas zonas del campo para muchos aficionados. Hasta ahora, esos banquillos eran transparentes, de polimetacrilato.

Tanto desde el Concello como desde el club se pide a los aficionados comprensión ante las incomodidades de un Balaídos en fase de reconstrucción para convertirse en un moderno estadio. Algunos profesionales gráficos padecieron también las consecuencias a la hora de realizar su trabajo.