La saltadora de altura Ruth Beitia tendrá ocasión de luchar por ver realizado el único sueño que le queda por cumplir en 27 años de carrera, la medalla olímpica, tras pasar a la final con una marca de 1,94, exactamente la requerida para acceder a la lucha por el título.

La atleta cántabra, que considera "un regalo de la vida" poder disputar por cuarta vez unos Juegos Olímpicos, renunció a 1,80 para debutar en 1,85. Luego superó limpiamente la vara en 1,89 y 1,92.

Con esa trayectoria, todo saltado a la primera, ya estaba virtualmente en la final, pero dada la cantidad de atletas que seguían en liza, Beitia aún tuvo que atacar los 1,94, la marca de acceso directo. Terminó con un concurso inmaculado, sin un solo fallo.

El 7 de julio pasado, en los Europeos, Beitia añadió una nueva medalla de oro a su colección de preseas internacionales, que suman trece sin contar el oro europeo sub-23, con el que se presentó en la sociedad internacional hace ya quince años en aquél mismo estadio Olímpico de Amsterdam.

El cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 le produjo una decepción pasajera que incluso la llevó a anunciar su retirada a final de año. "Pensé que el sueño se me iba", reconoce. Sin embargo, dos meses después regresó a los entrenamientos y desde entonces ha contado por éxitos sus actuaciones.

Cuatro años después, con 37, Ruth sigue luchando por la medalla olímpica. El mes pasado marcó un hito en el atletismo europeo al convertirse en la primera atleta que ganaba tres títulos continentales consecutivos. En Río aspira a ser la medallista olímpica más veterana -hombre o mujer- de la historia en saltos.

Su tercera corona europea y sus victorias en la Diamond League en Oslo, Estocolmo y Londres la sitúan entre las favoritas, junto a la estadounidense Chaunte Lowe, líder mundial del año con 2,01; la croata Blanka Vlasic, recuperada de su lesión en el tendón de aquiles, y la joven norteamericana Vashti Cunningham.