"Tengo que entender qué quiere Berizzo de mí", comentó Pione Sisto durante su presentación, después de haber trabajado ya varios días a las órdenes del entrenador argentino durante la concentración en Italia. Esa desorientación inicial le sucede a todos los jugadores que se incorporan a una plantilla, pero es una sensación que resulta especialmente acentuada en el caso celeste. Cosas de un equipo de autor, tan especial en sus rutinas y conexiones. Y que destaca sobre todo por el marcaje al hombre.

Esa táctica defensiva, la natural en el fútbol desde su nacimiento, fue desterrada del ideario moderno por los revolucionarios de la zona. Un proceso que culminó con Sacchi y su impresionante Milan. Con el paso del tiempo, el marcaje al hombre se había acabado convirtiendo en una opción que los gurús consideraban regresiva, anticuada, de mentalidad cerril. Las jugadas a balón parado era su único coto de supervivencia. Se consentía, si acaso, la aplicación de alguna vigilancia de ese tipo sobre una pieza clave del equipo rival, como las que padeció Xavi en alguna ocasión. Una defensa mixta siempre polémica, en todo caso.

Bielsa, tan diferente en los caminos que transita, ha rejuvenecido el marcaje al hombre y discípulos como Berizzo se afanan en la tarea de expandir su ideario. En sus manos, el emparejamiento personal se convierte en un instrumento ofensivo. El "bielsismo" devuelve al futbolista su responsabilidad individual. No existe una zona en la que guarecerse o aliviar las obligaciones propias. Cada fallo puede provocar un desastroso efecto dominó. El sistema obliga además a un tremendo desgaste físico, que incrementa la importancia de la preparación física. Los "bielsistas", pese a las dificultades, han obtenido buenos resultados. Les caracteriza el poder de convicción, a la hora de implicar a todos sus jugadores en la tarea. Se aprovechan además del excesivo orden de sus colegas "zonales". Si los adversarios no abandonan sus territorios habituales, es más difícil desordenar un marcaje al hombre. La valentía de Berizzo se sustenta sobre la cobardía ajena.

Algo de eso empieza a asimilar Lemos. "La pretemporada estuvo para coger minutos y conceptos. Berizzo me pide sobre todo conceptos técnicos defensivos, el marcaje individual al hombre y que en ataque me suelte, que haga lo que sé hacer. Dentro de lo cabe, se me da bien atacar". El santiagués reconoce: "La verdad es que nunca había jugado con este sistema. Es adaptarse, a base de minutos. Al principio puede costar un poco más pero me adapto perfectamente".

Al lateral le convence la apuesta de Berizzo: "Si estamos todos unidos, como creo que sí que estamos, es más bonito el fútbol en ataque. Nos exige mucho más en defensa, estar más atentos, más alerta. Puede castigar más los fallos defensivos. Pero no es tan descabellado".