A Madroa clausuró su último campus de la Fundación Celta con la misma filosofía con la que se inició el primero. Fueron cinco semanas de intensa actividad para los casi 500 jóvenes que pasaron por sus instalaciones. Los técnicos y monitores desarrollaron un intenso programa que ha tenido su recompensa, la buena acogida de la iniciativa y el magnífico comportamiento de todos los que participaron. Así lo dejaron ver en los últimos cinco días de actividad.

Desde que se puso en marcha, el trabajo ha sido constante. Y quedó demostrado en la última generación que pasó por A Madroa, un lugar que se ha convertido también en el epicentro de todos los campus que se desarrollan a lo largo del verano. Allí es donde se coordinan todos los demás, donde está la base central para solucionar problemas y donde se diseña todo el organigrama. La Fundación Celta cuenta con un gran número de técnicos para realizar esta labor.

De nuevo se formaron grupos. Algunos con más exigencia técnica que otros. Depende de las edades. Volvió a destacar la preparación especial para los porteros. Y también la implicación de todos los jóvenes. Pocos faltaron a la cita, tal como sucedió a lo largo de todo el mes.

El campus tuvo una gran aceptación por muchos motivos. Explican desde la Fundación Celta que son de calidad, que se presta mucha atención personalizada y además los grupos en los que se dividen son pequeños. Eso facilita la integración en todos los ejercicios. Además, son rotatorios. Cada equipo cambiaba de ubicación cada poco tiempo.

Desde la Fundación Celta consideran un éxito los campus celebrados en Vigo, pero también los que se desarrollaron en otros escenarios. Por primera vez en toda la serie, tuvieron lugar en las cuatro provincias gallegas. Es un salto de calidad y también fomenta la presencia de celtismo en muchos lugares. Además, contribuye a descubrir nuevos talentos. Queda por saber si alguno de ellos formará parte de la plantilla de los equipos de cantera del Celta.