El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil ha decidido destituir al jefe de protocolo de Río 2016, Fernando Igreja, a una semana del inicio de los Juegos Olímpicos por razones políticas a pocas horas del cese de actividad de la empresa encargada inicialmente de la seguridad en el evento.

El embajador y maestro de ceremonias del evento, responsable de organizar la recepción de los jefes de Estado, fue alejado del cargo porque se le consideraba ligado al Gobierno de la suspendida presidenta Dilma Rousseff, ya que fue jefe de protocolo del Palacio de Itamaraty -sede de la Cancillería brasileña en Brasilia- por tres años y medio y tiene claras simpatías por el Gobierno anterior.

Este repentino cambio, el cual debe ser visto como un cambio de rutina según el Gobierno brasileño, provocó aprensiones en la organización de los Juegos, en particular entre quienes están a cargo directamente de la recepción y seguridad de los jefes de Estado. "Son miles de detalles que todavía hay que decidir en los próximos siete días", afirman.

Uno de los problemas es la falta de un sustituto adecuado, porque, si bien hay otros funcionarios asumiendo las funciones del día a día, ninguno tiene la autoridad de Igreja.

Además, una de las fuentes aseguró que la salida del diplomático a una semana de la ceremonia inaugural de los Juegos no se justifica porque aún tienen que pasar algunos meses antes de que Igreja asuma su cargo en la embajada brasileña en La Habana.

Por otro lado la empresa contratada para registrar a los aficionados dentro de los estadios que serán usados en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro fue sustituida por agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad.

Esta empresa incumplió una de las exigencias del Comité Olímpico Internacional (COI) pues solo tenía a 500 de los 3.000 empleados requeridos para cumplir el trabajo, explicó el ministro brasileño de Justicia, Alexandre de Moraes.