En la jornada 28 de la Liga 12/13, Aspas vio la roja directa en Riazor. Había entrado en el juego de un veterano como Marchena y, víctima de su personalidad explosiva, el moañés agredió al defensor, propinando un cabezazo injustificable. En las protestas contrarias a la expulsión estaban Augusto, Krohn-Dehli, De Lucas o Bermejo. Casi se podría decir que fue ayer.

Cuatro temporadas han concluido desde entonces, y nada tiene que ver el ambiente de este clásico del fútbol galaico. El espíritu conciliador y razonable se ha impuesto, apelando a los factores que unen a estos dos clubes de la misma tierra. Uno de los exponentes de este cambio tan agradecido es Aspas, quien ha dejado atrás el 'genio' para abrazar a su homólogo en el Deportivo, Lucas Pérez, y que ha pasado de enemigo en A Coruña a uno más de la Irmandiña, un hermano a quien aplaudir, como sucedió en el Galicia - Venezuela.

Hoy (22.30 horas), estos dos equipos, herederos de Breogán, lucharán entre sí para demostrar quién está mejor preparado para el campeonato entrante. Nada más. Lo harán en un escenario inédito, en un país con el que comparten pasado, y con el propósito de mostrar al otro lado del Atlántico la calidad del producto de Galicia.