El británico Chris Froome (Sky), líder sólido e indiscutible, se molesta al escuchar que ya ha ganado su tercera corona del Tour. "Eso es basura porque hay rivales", asegura. Pero en la reflexión en la segunda jornada de descanso los numeros reflejan que su hegemonía, amurallada en un superequipo, le coloca en la "pole" para entrar triunfador el domingo en París.

No debe ser un camino de rosas, pues la carrera entra en los Alpes con tres etapas y una cronoescalada que pueden ser escenario de sorpresas. En este capítulo se espera a un candidato que apenas ha asomado: el colombiano Nairo Quintana, que entra en su terreno, ante su última oportunidad, a 3 minutos de Froome.

Entre medias dos revelaciones, el holandés Bauke Mollema (Trek), a 1;47 minutos y el joven británico Adam Yates (Orica), a 2:45, si bien ambos están destinados a luchar por una plaza en el podio, tal vez en pugna con Alejandro Valverde, quinto y primer español a 3:17.

Otra cosa es la lucha por el jersey amarillo. Hasta el momento la general refleja justicia. Froome ha sido el mejor y, sin grandes alardes, el más ambicioso. Fue capaz de recolectar tiempo en escenarios poco habituales, como aquel descenso del Peyresourde que le condujo hasta meta; o el corte provocado con Peter Sagan en el llano camino de Montpellier. En la crono, previsible, sacó 2 minutos a Quintana. Normal.

La capacidad del líder se ha visto cimentada en un potente equipo que tiene la carrera bloqueada, bajo control absoluto. Nadie se mueve y nadie ataca. Un apartado que sorprendió al propio Froome, quien esperaba que sus rivales intentaran algún movimiento. Ahora los espera seguro en Los Alpes. Ayer Quintana anunció ataque. La carrera espera por él.