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atletismo - Campeonato de Europa

Hortelano desafía a la genética

El velocista, ingeniero biológico, se ha convertido en la gran sensación del atletismo español

Hortelano, al terminar la final de 200 metros lisos del Europeo de Amsterda. // Vincent Jannink

Nunca un atleta español había disputado una gran final -olímpica, mundial o europea- de 100 metros, tampoco de 200. En el Olímpico de Amsterdam Hortelano estuvo en las dos, y no como comparsa, sino batiéndose por el podio. La descalificación del holandés Churandy Martina fue un premio inesperado para el plusmarquista, que dedicó el triunfo a su abuela, de 90 años, que piensa acompañarlo a los Juegos de Río.

Desde el 2010, cuando se decidió por la selección española, atendiendo la petición de la Federación para competir en el Mundial júnior, Hortelano ha roto clichés y arrumbado tópicos.

En la final de 100 metros, sólo cuatro centésimas le separaron del bronce y de uno de los grandes, el francés Jimmy Vicaut, tercero en el ránking mundial del año (9.86).

Hortelano, que no se siente inferior a los velocistas caribeños por mucho que diga la genética, cubrió la final del hectómetro en 10.12, su tercera mejor marca de siempre. Catorce días antes, en el mitin de Madrid, había hecho las dos mejores, primero 10.08 en semifinales y luego 10.06 en la final.

En la final europea de 100 sólo ha cedido ante tres velocistas de raza negra: Churandy Martina, que dio la sorpresa al vencer con 10.07, seguido del turco -nacido en Jamaica- Jak Ali Harvey (10.07), y del favorito, Vicaut (10.08) .

Hortelano ya había hecho historia hora y media antes, al convertirse, con un crono de 10.22, en el primer atleta español que se metía en una final de 100 metros en alta competición. Las semifinales habían sido hasta ahora un muro infranqueable para los más rápidos de España, en las dos distancias.

Bruno se veía "capaz de volar" en 100 metros, pero la medalla, la primera de un velocista español en alta competición, cayó en el 200, su prueba preferida.

Educado deportivamente en el ambiente extremadamente competitivo de la universidad estadounidense, está habituado a competir con velocistas a punto de dar el salto a la escena internacional.

Nacido hace 24 años en Wollongong (Australia) de padres españoles (Gonzalo y Pilar), Bruno Hortelano Roig aspira a convertirse también en el segundo atleta blanco que rompe la barrera de los 10 segundos.

A lo largo de la historia sólo 111 han derribado ese muro que delimita el club de los grandes y entre ellos sólo uno de raza blanca: el francés Christophe Lemaitre, que lo hizo cuatro veces, la primera el 29 de julio del 2010 con 9.98 (ahora su marca personal es de 9.92). También uno de raza amarilla, el chino Su Bingtian.

Exigencias del trabajo de sus padres, biólogos moleculares, convirtieron a Hortelano en un trotamundos. Nacido en Australia, criado en Canadá y formado, académica y deportivamente, en la Universidad de Cornell (Nueva York), atesora una confianza sin límites. Está considerado un corredor de 200, sin la musculatura explosiva de los pesos pesados del esprint, de los que necesitan media pista para alcanzar su velocidad de crucero. Con 181 centímetros de estatura y 72 kilos su aspecto es bien distinto al de los musculosos velocistas jamaicanos y estadounidenses como Usain Bolt, Tyson Gay, Yohan Blake, Asafa Powell o Justin Gatlin y parece más adecuado para el 200, prueba en la que también tiene los récords de España (20.47 al aire libre, 20.75 bajo techo).

Su figura adquirió renombre en los Mundiales de Moscú, donde, el 16 de agosto de 2013, se metió en las semifinales de 200 con un nuevo récord de España (20.47), dándose el lujo anecdótico de ser más rápido que el plusmarquista mundial, Usain Bolt, en la primera ronda. El jamaicano, que luego ganó tres medallas de oro en esos campeonatos, había ganado la séptima serie con 20.66.

En aquella carrera, con sólo 21 años, Hortelano ya dio muestras de madurez. Le gusta mejorar sus marcas "en las grandes competiciones".

Hortelano ha estudiado ingeniería biológica en la Cornell University de Nueva York, ciudad en la que reside y cada año regresa a España por mayo para competir con su club, el Playas de Castellón, y en algunos mítines españoles y europeos. Ha comenzado también la carrera de medicina.

"Me considero español, aunque he vivido poco ahí. Nací en Australia y nos fuimos directamente a Canadá, pero mi familia es toda española", dice. A un mes de los Juegos de Río, a Hortelano se le presenta ahora una duda. "A los 200 iré seguro y a los 100 me lo voy a pensar", apunta el discípulo de Adrián Durant.

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