Palacio de los Deportes de Madrid. La clásica Ruta Ñ, con la que la selección de baloncesto prepara sus torneos, se detiene en la capital. En las gradas, un chiquillo de nueve años se maravilla. Al concluir el choque baja a conocer a sus ídolos, se fotografía con Felipe Reyes y recolecta el autógrafo de Pau Gasol. Una década después compartirá vestuario con ellos. "Esto me ha pasado ya muchas veces, ahora me toca defender en ACB a los jugadores con los que me sacaba fotos o de los que tenía posters. Es muy ilusionante", confiesa. Es Alberto Abalde, incluido por Sergio Scariolo en su preselección olímpica.

El seleccionador iniciará este viernes la preparación olímpica con 19 jugadores, pendiente de si Marc Gasol se recupera a tiempo. Irá efectuando descartes hasta confeccionar la lista definitiva de 12. Abalde compite en teoría por el puesto con Navarro, Ribas, Rudy Fernández, Abrines, San Emeterio, Dani Díez o incluso Llull, según diseñe Scariolo sus rotaciones. En la realidad, el ferrolano de nacimiento, vigués de infancia y corazón, acepta su papel de sparring. Anticipa: "No voy la idea de luchar por los puestos de Río. Evidentemente están claros ya antes de la concentración. Puede haber alguna lesión, pero tengo muchas estrellas por delante y me queda mucho camino por recorrer hasta la lista definitiva de un campeonato importante. Estoy muy contento de esta primera convocatoria y quiero disfrutar de la experiencia". Fija su objetivo: "Voy con los ojos abiertos, a aprender de competir con estos jugadores".

Scariolo le advirtió dos días antes de la lectura oficial de la lista que lo iba a reclamar. Ya se conocían. En agosto de 2015, durante la preparación del Eurobasket, Claver y Ribas sufrieron ligeras lesiones. Para evitar que el trabajo colectivo se resintiese, el italiano contó con Juancho Hernangómez y Abalde. Su desempeño durante aquella semana en Zaragoza ha cundido. "Scariolo quedó contento", indica el vigués. "Pero es más un premio por esta temporada. He estado bien individualmente".

La carrera de Abalde, que en diciembre cumple 21 años, se dibuja siempre en línea ascendente: hijo del histórico Chiño Abalde, se formó en Compañía de María, Salesianos y Maristas. Captó la atención de los expertos nacionales y en 2010 el clan familiar, de entre las propuestas que habían recibido, se decantó por la del Joventut. En Badalona ha ido quemando etapas por encima de su edad: equipo cadete (10/11), equipo júnior (11/12), equipo júnior combinado con El Prat en LEB Plata (12/13), El Prat en LEB Plata y debut con el Joventut en ACB (13/14), El Prat en LEB Oro y Joventut (14/15) y al fin sénior de pleno derecho (15/16).

Salva Maldonado lo hizo estrenarse en la máxima categoría en marzo de 2014. Aquel día, ante el Valladolid, salió y anotó sus dos primeros lanzamientos, entre ellos un triple. En la campaña 2014/2015, Abalde actuó en 21 partidos de temporada regular, promediando 11 minutos, 3 puntos, 1,3 rebotes (0,9 defensivos y 0,4 ofensivos), 0,5 asistencias y una relación de 0,28/0,5 entre robos y pérdidas. En el último ejercicio ha disputado los 30 partidos de la fase regular, elevando su protagonismo: 18 minutos, 7 puntos, 2,3 rebotes (1,7/0,6), 0,9 asistencias y 0,53/0,58 en la ratio robos/rebotes. "Estoy contento con mi progresión. Es muy importante para mí no pararme nunca en nada", analiza el vigués. "Trabajo mucho en el aspecto físico, lo me puede dar un salto al siguiente nivel en mi juego. En ACB aprendes muchas cosas. Te enfrentas a rivales que te ponen al límite". Detalla: "Mi mejor virtud es que tengo buena mano, soy buen tirador. Pero mi objetivo es llegar a ser lo más completo que pueda, ser capaz de defender a un jugador alto al poste bajo y a otro rápido y con buen manejo. Tengo talento con el balón, pero en el alto nivel hay que trabajar mucho en la toma de decisiones".

"Creo que me lo he ganado. Soy muy trabajador y si alguien se lo merece soy yo. Pero está claro que uno no llega solo. Mucha gente me ha ayudado en mi camino", dice en el reparto de méritos. "En júnior tuve la suerte de estar dos años con Paco Redondo, que ahora está en el Real Madrid. Carles Durán es una figura muy importante en mi paso a profesionales. En El Prat me hizo ver las cosas de una manera distinta. Y a Salva le estoy muy agradecido".

Confeccionado genéticamente para triunfar en el baloncesto, hijo de Chiño, hermano de Tamara, Alberto ha convertido esas referencias inevitables en un simple dato biográfico. "He aprendido a olvidarme de lo que la gente piensa de mí y marcarme mis objetivos personales. Haré mi camino y no será igual que el de otras personas, cada uno construye su carrera. Yo quiero llegar a ser el mejor jugador que pueda y en ello estoy".

En ese plan figura, en principio, cumplir el año de contrato que le resta con la Penya. Después se le ofrece un horizonte virgen. En 2015 se declaró elegible en el draft para calibrar la opinión de las franquicias de la NBA y se retiró en el plazo legal. Su generación natural es la de 2017. El agente Igor Crespo, que tiene a Mirotic entre su clientela, tutela su carrera. "No me gusta mirar demasiado al futuro lejano. Prefiero vivir el presente. Tengo este verano para trabajar, también descansar y desconectar. Me queda un año más de contrato con el Joventut, así que seguramente estaré aquí", comenta desde Badalona. "Es un año importante pero quiero ir paso a paso, sin marcarme demasiados objetivos ni expectativas".

Es una visión que traslada a su porvenir como internacional, lo que aquieta el vértigo. A su camada le corresponde gestionar una herencia imposible. "Pau, Marc o Navarro han marcado época. Esta generación es prácticamente irrepetible. Lo han ganado todo. Está claro que en unos años tiene que haber una transición. España genera muchos talentos. Y yo espero en un futuro estar ahí, a ese nivel".