El 11 de julio de 2010, España alcanzaba la cumbre del fútbol gracias a un gol de Andrés Iniesta que valió el primer título mundial. Anteayer, el 27 de junio de 2016, Iniesta pasó de puntillas por el partido de octavos de final frente a Italia, que echaba a la selección de la Eurocopa. En los dos casos, en el banquillo estaba Vicente del Bosque. Ocho años después de estrenarse como seleccionador, heredando la generación que Luis Aragonés había llevado hasta la segunda Eurocopa, el salmantino habla en pasado de la selección. En los dos últimos grandes torneos, la Roja ha estado muy lejos de aquel equipo invencible entre 2008 y 2012. "Tenemos buenos jugadores, pero no estamos al nivel para ganar competiciones", sentenció Piqué.

no es lo mismo

Para empezar, entre aquel España-Holanda y el Italia-España han cambiado un puñado de futbolistas. Algunos, como Puyol, Xavi Hernández, Xabi Alonso, David Villa y Fernando Torres han dejado un hueco difícil de llenar. Otros titulares en aquella final, Casillas y Pedro, han pasado a tener un papel irrelevante. Aquel equipo fue capaz de imponer su estilo de toque incluso frente a los rivales más duros, como Alemania y Holanda en el Mundial, o Francia, Portugal e Italia en la Eurocopa de 2012. Salvo en esa final de hace cuatro años de Kiev (4-0), España nunca ganó fácil, pero fue un equipo fiable, capaz de defender con orden y seguridad las pocas veces que el rival le negaba el balón. Todo cambió en 2014, a partir de la derrota en el Mundial frente a Holanda (1-5). Chile, Croacia e Italia, por citar sólo las tres selecciones con cierta entidad a las que se ha enfrentado, desnudaron las carencias de un equipo inferior físicamente y sin alternativas tácticas. El primer tiempo del lunes dejó muy claro que España es muy poca cosa cuando le niegan el balón.

del bosque, sin respuestas

En sus primeros cuatro años en la selección, Del Bosque consiguió hacer un traje a la medida de los jugadores que marcaban el estilo del fútbol español. Tras varias probaturas poco convincentes en el mundial (Fernando Torres, Fernando Llorente, incluso Villa), se decantó por jugar sin un delantero centro clásico. Las dificultades para traducir en goles su dominio de los partidos le costaron muchas críticas, pero el técnico perseveró hasta lograr su obra cumbre, con Cesc de falso "9" en la final de la Eurocopa contra Italia. Desde entonces no ha dado con la tecla, hasta el punto de buscar soluciones a contracorriente, como la de Diego Costa, un futbolista que nunca encajó en el engranaje de la Roja. Las pruebas no tuvieron consecuencias en las fases de clasificación para el Mundial y la Eurocopa. Pero en las fases finales, España ha explorado sus límites. Del Bosque no ha encontrado respuestas frente a esquemas como el de Holanda, Chile e Italia, que se mueven con tres centrales y llenan el centro del campo. Cesc, Busquets e Iniesta se encontraron en inferioridad ante Italia, que además de Parolo, De Rossi y Giaccherini contó con dos incansables carrileros, Florenzi y De Sciglio. Sólo en el segundo tiempo, cuando los italianos empezaron a notar el desgaste, España tuvo alguna opción, pero siempre lejos de su juego habitual.

el futuro

El próximo seleccionador, dando por hecho que Del Bosque renunciará a seguir en el cargo, tendrá a su disposición un amplio catálogo de futbolistas. Y la mayoría con una edad adecuada para llegar en buenas condiciones al Mundial de Rusia 2018. Dos de los tres nuevos en la Eurocopa, De Gea y Morata, parecen capacitados para tener un papel importante en el nuevo proyecto. Más dudas hay sobre Nolito, espectacular en los amistosos y en los dos primeros partidos, pero intrascendente contra Croacia e Italia. El bajón de la selección española también tiene que ver con la tralla de la mayoría de los internacionales. Sergio Ramos y Busquets, dos de los que acumulan más partidos, estuvieron a un nivel muy bajo tanto en Brasil como en Francia. De Cesc y Silva se sigue espera un paso adelante en los momentos de dificultad. E Iniesta, imperial en los dos primeros partidos, no pudo ejercer el liderazgo como lo hizo tantas veces Xavi. Tanto los croatas como los italianos le dedicaron una atención especial. Y la Roja, sin la magia de Iniesta, es una selección descolorida.