Los cinco jugadores del Blusens que participan en la expedición "Big Dream Aotearoa" emplean sus últimos días en recorrer la isla sur de Nueva Zelanda. A sus espaldas, dos meses de intenso trabajo en la isla norte, todo un master en el oval que el club olívico espera rentabilizar. Ese cordón umbilical que conecta mágicamente las antípodas geográficas y rugbísticas desde que Norm Maxwell y David Monreal aterrizasen en Vigo en verano de 2010 es de doble dirección. A Maxwell ya se le han ofrecido jugadores "kiwis" para vivir su propia aventura vital en Galicia a coste cero para el Blusens, salvo vivienda y billetes de avión.

Maxwell, legendario All Black, seguirá como entrenador del Blusens -Monreal dirige el Ourense, con el que ha ascendido a Honor B, desde 2014-. Él protagoniza ese apostolado neozelandés que impregna la cultura corporativa del Vigo R.C., en sus orígenes más inspirado en lo galés. De su mano llegaron Tukaki, Bubba, Moeke... Se mantiene en el club Maka Tatafu, tongano pero con residencia en Nueva Zelanda, aunque ahora en realidad asentado en Vigo.

De Maxwell partió la idea de que algunos jugadores olívicos pudiesen beber directamente de la fuente que nutre el mejor rugby del planeta. Se apuntaron Marcos Muñiz, Adolfo Uruburo, Carlos de Cabo, Joaquín Maguna y el aragonés Javier Abadía. En el Hora Hora, cuna deportiva de Maxwell, en su Whangarei natal, iban a prohijarlos. Un curso acelerado que se ha revelado tan fructífero como se soñaba.

"Nada más llegar, al lío", escribían en las redes sociales el 15 de abril. Empezaron a entrenarse con el Hora Hora nada más poner pie en tierra, aún desorientados por el jet lag. Han estado a las órdenes de Doug Te Puni, otro All Black. Han disputado varios partidos tanto con el equipo A, en la Bayleys Southern Districts Premier, como con el equipo B y con aprovechamiento (Abadía, Uru y Muñiz han sido escogidos los más valiosos en alguna cita). El quinteto gallego pudo presenciar el "test match" Nueva Zelanda-Gales (39-21) desde sus asientos en el mítico Eden Park y también un Highlanders-Crusaders, colosos del Super XV. Han conocido a ídolos como Rene Ranger, ala de los Blues, y Pauliasi Manu, pilar de los Chiefs. Han respirado rugby 24 horas al día, en conclusión, con los parques llenos de niños. Y aún tuvieron tiempo de recibir la visita de excompañeros como Chris McLaren y Nathan George, conocer paraísos naturales, visitar Auckland o transformarse en personajes de El Hobbit y El Señor de los Anillos en los escenarios construidos para la obra cinematográfica de Peter Jackson.

Muñiz, Abadía, Uruburo, De Cabo y Maguna tienen de guía al propio Maxwell desde hace algunos días. Con él se han trasladado a Christchurch, hogar de los Crusaders, en la isla sur. A Galicia irán volviendo los seis de forma escalonada. Todos se mantendrán en la plantilla. Es con lo que cuenta la directiva. "Esperamos que sigan todos los de la pasada campaña. No habrá fichajes", anuncia el presidente, Ramón González-Babé. Serán los mismos, aunque de los cinco de Aotearoa -isla norte o Nueva Zelanda entera en maorí- se espera un brillo diferente en la mirada tras su particular epifanía.

El Blusens sigue fiel a la ruta trazada desde el descenso. No se persigue forzar el regreso a la máxima categoría, sino la consistencia a largo plazo, con cimientos sólidos. Los dirigentes apuestan por renovar el convenio de colaboración con Os Ingleses de Vilagarcía. E insisten en su apuesta por las categorías inferiores, para las que plantean a final de temporada una pequeña gira por un país extranjero. Pero no será esta vez Nueva Zelanda, sino Irlanda. No sólo de helechos plateados se alimenta el rugby vigués, también de tréboles.