Antonio Conte puede cerrar mañana su etapa como seleccionador de Italia, sólo dos años después de acceder al cargo. Dentro de unas semanas se hará cargo del Chelsea, lo que le permitirá volver a vivir el fútbol día a día, como a él le gusta. Porque la intermitencia de las competiciones de selecciones eran demasiado grandes para un técnico de sólo 46 años. Conte quería vivir un gran torneo al frente de Italia y lo está disfrutando. También sufriendo porque se lo toma muy en serio. "El lema del barón de Coubertin no es para mí", asegura. Conte no está en el fútbol sólo para participar, sino para ganar. En ello pone todo su empeño y obliga a sus jugadores a seguirle. Por eso se ha llevado a Francia a 23 pretorianos, a jugadores dispuestos a seguirle ciegamente.

"Me saca de quicio la falta de pasión", advierte Conte, que las ha tenido con muchos jugadores a lo largo de su carrera en los banquillos. En cierto modo se le compara con Diego Simeone:_sitúa al grupo por encima de las individualidades, es extremadamente minucioso en la preparación de los partidos y se marca objetivos a corto plazo. Así que desde el martes sólo piensa en cómo eliminar a la selección española. La duda es el método. "Jugaremos nuestras cartas, con atrevimiento", decía hace tres meses en una entrevista a "El País". Los dos primeros partidos de la Eurocopa le han desmentido: Italia ganó a Bélgica y a Suecia a la contra.

Quizá a Conte no le quede otro remedio que taparse y confiar en su proverbial fortaleza defensiva. Italia ya no tiene futbolistas con la calidad de Baggio, Del Piero Totti o Pirlo. "No tenemos un crack como Messi. El nuestro es el equipo, la suma de individualidades", confirma el seleccionador, que ha conseguido transmitir al grupo su filosofía: los jugadors de la selección italiana son los líderes en distancia recorrida en los tres partidos de la primera fase. "Come hierba", les decía a sus jugadores en su etapa en la Juventus, con el que consiguió tres títulos de Liga consecutivos. La polivalencia también tiene un valor incalculable para Conte.

Por eso uno de sus indiscutibles es Florenzi, el lateral derecho de la Roma que en la selección ya ha jugado en tres posiciones diferentes. Tampoco le importan los nombres ni el historial. Así se explica que para el ataque haya preferido a dos jugadores sin apenas recorrido en la selección, como Pellé y Eder, antes que Insigne e Inmobile, que se foguearon en el Mundial de Brasil. Por supuesto, ni se le pasó por la cabeza convocar a Balotelli, en las antípodas del espíritu grupal de Conte. Con tres goles, dos a Bélgica (Giacherini y Pellé) y uno a Suecia (Eder) se aseguraron el liderato del grupo.

A la Italia de Conte le basta con muy poco para sacar adelante los partidos. Sólo concedió un gol frente a Irlanda, en un choque intrascendente y con el equipo plagado de suplentes. Aunque a la vista de los nombres cuesta imaginar un "once" fijo. Ausentes Marchisio y Verrati por lesión, Italia cuenta con un pelotón de centrocampistas de parecido nivel y dispuestos a cumplir al pie de la letra las consignas de Conte.

Donde no hay duda es en la defensa. El técnico ha trasladado a la selección el trío de centrales de la Juve (Bonucci, Barzagli, Chiellini) protegidos por el eterno Buffon. En los 180 minutos que coincidieron en el campo en la Eurocopa no sólo no concedieron un gol, sino que apenas dejaron rematar a puerta a belgas y suecos. Pero el mérito no es sólo de esa última línea, sino de todo el equipo, como exige Conte. Por eso no es extraño que un delantero, Zaza, figure en el primer puesto de la estadística de faltas cometidas, con nueve.

"A los futbolistas no les gusta improvisar", dice Conte para defender su meticulosidad, lo que le lleva a largas sesiones de vídeo en las que corrige errores individuales y colectivos. Y siempre sin herir susceptibilidades:_"A ningún jugador le gust aque destaques sus errores y menos ante sus compañeros. Pero si acompañas de imágenes en las que se aprecia claramente lo que no hizo bien, lo comprende mejor y lo acepta".

Será difícil que mañana se repita el 4-0 que España le endosó a Italia hace cuatro años en la final de la Eurocopa en Kiev. Cesare Prandelli, el entonces seleccionador, estuvo a punto de triunfar con un estilo más ofensivo del habitual en Italia, pero dimitió tras el varapalo de Brasil. Con Conte ha vuelto la Italia de siempre, la que guarda su portería antes de buscar la contraria. Llegó a Francia sin grandes expectavias, pero avisa: "Queremos hacer como Valentino Rossi. Empezar sin ser favoritos y luego ser igual de rápidos que él".