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JaviPro, que estás en los cielos

El deporte urbano vigués le dedica hoy su fiesta de San Xoán a Javier Robles, pionero fallecido a los 35 años

A Javier Robles, pionero del deporte urbano gallego, le descubrieron en la Semana Santa de 2015 que un glioblastoma agresivo le estaba devorando el cerebro. Supo desde el principio que tenía pocas posibilidades de curación. "Pero jamás perdió el ánimo. No le daba miedo morir, sino vivir sin poder hacer lo que le gustaba. Él, que había practicado el paracaidismo o la escalada, necesitaba esa adrenalina", asegura su hermano Berto, seis años menor. La enfermedad no le quebró ese anhelo. Berto lo recuerda tres días después de someterse a una dura intervención quirúrgica, en la cama del hospital, ensayando malabares con tres bolas. Un par de meses después, contra la recomendación de los médicos, volvía a calzarse los patines y a realizar cabriolas imposibles en el "half pipe" de Samil.

- Y no te dejan conducir-, menciona Berto que le comentó, asombrado.

Javier se comportó con esa energía hasta el final, desplazándose en bicicleta a todos los sitios, intentando superar sus crecientes limitaciones físicas. Pero ni siquiera en su crepúsculo, ya confinado a una silla de ruedas, permitió que el pesar se apoderase de él. A Berto le queda como un tesoro conservado en ámbar esa última sonrisa de su hermano mayor, justo antes de apagarse.

Sucedió el pasado 27 de mayo. Javier Robles tenía 35 años. Su jerarquía en el deporte extremo vigués, gallego y nacional, aunque bien conocida, ha podido calibrarse en este tiempo de luto. Se percibió en su multitudinario funeral y en un primer homenaje que cien personas le ofrecieron en el "half-pipe" de Samil, su reino. En un campeonato internacional de Barcelona, el Imagine Extreme, guardaron por él un minuto de silencio. El famoso "skater" Nel Martín, que hoy trabaja para el Circo del Sol, ha lamentado en Facebook su pérdida. Hoy se prolonga el tributo, que es más celebración de su existencia que llanto por su muerte. La habitual fiesta de San Xoán protagonizada por la cultura urbana en la zona de patinaje del arenal vigués se le dedicará, con inauguración de grafitis que lo retratan, diversas actividades deportivas y actuaciones musicales.

Aunque los entendidos en el mundillo lo idolatren, a Javi lo conocieron muchos sin saber su nombre. Era el chico que congregaba con sus piruetas a los curiosos del paseo. Un artista que nació de la casualidad. A Javi, natural de Coia, le prestó un amigo sus patines con 13 años. Toda una epifanía para aquel adolescente moreno, que pronto se lanzó al vértigo del "half-pipe".

A mediados de los noventa hervía en la ciudad ese movimiento hip hop que tiene su traducción deportiva en el BMX, el "skate" y otras modalidades. En 1999 David Quesada, hijo del recientemente fallecido Fernando Quesada, trajo a Vigo a los "bikers" David Mirra y Matt Hoffman. Contemplar aquella actuación decidió definitivamente a Javi a profundizar en su pasión, aunque siempre fiel a sus patines "in line".

Javi desarrolló un estilo de patinaje tan reconocible como difícilmente imitable: suave, natural, creativo, dotando de aparente sencillez las maniobras más complejas. El físico, ligero y fibroso, potenciaba su depurada técnica. En los vuelos sobre el borde del "half-pipe", aéreos en la jerigonza, en los que muchos expertos suelen alcanzar los dos metros de altura, el vigués sobrepasaba los tres metros.

CAVIL 2009. DUELO BAJO EL SOL. Trailer from PELICULA INVERTIDA on Vimeo.

Nadie podía discutirle su dominio en la escena local. Entre 2001 y 2009 ganó seis veces el Cavil (Campeonato Vigués de In Line). A "O Marisquiño", en cuyo programa de competición no se incluye esta especialidad, lo invitó Pity Domínguez a realizar exhibiciones. Pronto traspasó fronteras. En 2001 fue de los pocos invitados a la primera edición de los European X Games, celebrados en Barcelona. En 2008 ganó el Campeonato de España, título que se obtenía de la puntuación acumulada en diversas pruebas. Ese éxito le abrió las puertas de la meca estadounidense, pero no pudo aprovecharlo. Una lesión de rodilla mientras se ejercitaba en Samil frustró esa oportunidad.

No se amargó. Ni su superioridad generaba envidia. Al contrario. Javi, JaviPro como apodo y logo en el ambiente desde que alcanzase la categoría profesional, contagiaba su alegría y parecía ejercer de anfitrión en el "half-pipe" de Samil. "Tenía mucho carisma. Enseguida te atrapaba, se convertía en el epicentro de cualquier reunión", relata su hermano. Fue profeta de lo suyo, además de coloso.

JaviPro se ha ido temprano, pero pleno. Tuvo tiempo de ser padre, "que era su ilusión, uno de los deseos que le quedaban por cumplir", explica Berto. Javi y su pareja, Miriam, llevaban intentándolo desde antes del fatídico diagnóstico de 2015. La quimioterapia reducía las probabilidades, pero lo consiguieron. "Javi tuvo tiempo de asistir al parto de su hija, la vio nacer, le cortó el cordón umbilical, la pudo acunar y cantarle una nana", cuenta Berto, que es el padrino de la pequeña Samara además de su tío. "Ver nacer a su hija era una de las cosas que le daban fuerzas. Se fue 24 o 25 días después, como si ya hubiese cumplido todo lo que había prometido".

Samara posa al lado del grafiti dedicado a su padre. Tendrán que contarle quién fue y cómo pudo regalarle tanto amor en tan escaso tiempo. Le narrarán sus saltos imposibles y si se fija, en cualquier atardecer de Samil, podrá ver cómo su silueta, replicada en la de quienes aprendieron imitándolo, se recorta contra el sol justo antes de que ambos se acuesten tras las Cíes.

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