Era prácticamente imposible igualar la obra de arte que dejó en su estreno en Toulouse y en esta ocasión, Andrés Iniesta tuvo que aguantar mayor dureza de los rivales cuando el balón pasó por él. Sufrió un fortísimo pisotón en el tobillo que le mermó. Turquía le había señalado como el jugador a frenar, el cerebro de todo, y se empleó con excesiva dureza. Aún así, Andrés no se escondió. Lanzó horizontales y paredes. Se asoció a la perfección con Silva y Nolito. Fue elegido otra vez el mejor jugador del partido. Extraordinaria su asistencia en el tercer gol de España, de esos pases que solo un genio como el de Fontealbilla es capaz de imaginar en un campo de fútbol. Los algoritmos seguirán obviándolo, pero otro estadio volvió a rendirse a un fútbol de ensueño.