La Eurocopa vuelve por tercera vez a Francia, allá donde se disputó la primera final continental en 1960 y donde España perdía ante la anfitriona gala la de 1984. Y lo hace de una manera superlativa: creciendo en el número de equipos participantes, que pasan de los 16 que disputaban la fase final desde la edición de 1996 a los 24 actuales, y en la duración del torneo, con 31 días entre el partido inaugural del próximo viernes y la final del 10 de julio. Creciendo en el número de sedes (diez) y con cuatro estadios a estrenar (Lyon, Lille, Burdeos y Niza); creciendo en aspirantes a desbancar a España del trono que ocupa desde 2008, y creciendo de manera excepcional en sus medidas de seguridad dentro del contexto de emergencia que vive el país tras los últimos atentados terroristas.

El fútbol, una vez más, confía en aparcar problemas y tensiones aunque sólo sea por unos días y convertir la cita en una gran fiesta continental que espera superar los 2,5 millones de espectadores en los estadios en los 51 partidos del torneo y batir todos los récords de seguimiento a través de las retransmisiones televisivas (Mediaset en España).

Cuatro años después del histórico 4-0 de la final de 2012 ante Italia (la mayor goleada en una final continental), ocho ya desde que Fernando Torres firmara en Viena el tanto que coronaba a España ante Alemania, la Roja aspira al más difícil todavía: un cuarto título y tercero consecutivo cuando sólo ella puede presumir en el continente de haber ganado dos veces seguidas.

"Somos favoritos, claro, porque somos los campeones". La frase de Vicente del Bosque tras el 6-1 del último amistoso ante Corea del Sur resume la evidencia: El campeón siempre debe ser considerado en el grupo de favoritos. Aunque lo haga con dudas tras el varapalo vivido hace dos años en el Mundial de Brasil, pero reforzado también en el ánimo tras una temporada en el que a nivel de clubes ha vuelto a imponer su ley en Europa.

Pero el grupo de candidatos es grande. Francia, lógico, como anfitriona, con Deschamps dispuesto a levantar como entrenador la copa que ya ganó como jugador; Alemania, por supuesto, como la vigente campeona del mundo; la Inglaterra de Hodgson que viene de completar una fase de clasificación inmaculada; la talentosa Bélgica de Marc Wilmots; un Portugal que sigue esperando los mejor de Cristiano Ronaldo o Italia... porque siempre hay que contar con Italia. Y todo ello sin olvidar que la Eurocopa es un torneo especialmente abierto a las sorpresas, aunque ya parezcan lejanos los títulos conquistados por Dinamarca (1992) y Grecia (2004) cuando nadie lo esperaba. Por cierto, ni Dinamarca ni Grecia están entre las 24 finalistas en Francia. Ni Holanda, campeona en 1988 y que hace sólo seis años caía ante España en la final del Mundial de Sudáfrica.

Y un grandísimo grupo de figuras, aunque de entrada el reconocimiento debe ser para cinco jugadores, Casillas, Ramos, Iniesta, Fábregas y Silva, que tienen ante sí la oportunidad de lograr algo realmente histórico: un tercer título consecutivo y tras haber sido, los cinco, titulares en las dos últimas finales.