Francia afronta en su propio terreno una Eurocopa en la que los últimos resultados han desatado la euforia, soportada en la dinamita de un ataque encarnado en la figura de Griezmann, pero matizada por las dudas en defensa.

El seleccionador, Didier Deschamps, el hombre que ha conseguido reconstituir un grupo que quedó descompuesto tras el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012, parece haber compensado mejor las ausencias ofensivas que las que, a última hora, le han surgido en la zaga. Y es que a las bajas del madridista Varane y del barcelonista Mathieu se ha sumado la de Mamadou Sakho, sospechoso de dopaje. En ese contexto, Koscielny se perfila como el principal pilar defensivo y las circunstancias deben asociarle al sevillista Rami, convocado a última hora.

Más fácil ha resultado para Deschamps compensar los problemas que le surgieron en ataque. Ausentes Benzema, tras su imputación por complicidad en un presunto intento de chantaje con un vídeo sexual a Mathieu Valbuena, y Frank Ribéry, que decidió acabar con su carrera internacional, el técnico ha apostado por la fuerza del grupo, su prioridad a la hora de conformar la lista.

Si Griezmann es su principal estilete ofensivo, en esta Francia también destaca el juventino Paul Pogba, el principal elemento de un medio del campo en el que también destaca el parisiense Matuidi, complementado con la experiencia del exmadridista Lass Diarra.