La jerarquía de un jugador dentro de la estructura colectiva no se tasa en los partidos buenos, cuando el juego fluye, sino en los nublados. Berizzo jamás sustituirá a Nolito, ni en sus días espesos. Antes retirará a algún compañero más entonado. Por respeto de lo hecho en tantas ocasiones y esperanza de lo que pueda hacer en cualquier instante. El andaluz, en teoría un actor secundario en la selección, ha adquirido peso a gran velocidad. Del Bosque, en busca de la remontada, fue introduciendo hombres de confianza en la segunda mitad. Para hacerles sitio retiró a meritorios como Lucas Vázquez, quizás el más enérgico. A Nolito, no. El céltico se quedó hasta el final. Un mal partido, pero una buena señal para él.

La derrota avergüenza, más que preocupa. Georgia marcó en su única aproximación. España, perezosa en la circulación, con más ganas de terraceo que de fútbol, no le encontró las grietas a su defensa. Un simple desliz, de los que suelen producirse en las fases de preparación cuando ya se vislumbra el inicio del torneo. Pero es un resultado que hiere al orgullo. Georgia ocupa el 137º puesto del ranking. Un vigente campeón de Europa, aún reciente del mundo, no puede funcionar como víctima colosal en el relato épico ajeno. Se debe un respeto a sí mismo.

Difícilmente Del Bosque se rasgará las vestiduras. Procesará los errores, los masticará con lentitud, sin revoluciones drásticas. Mejor para Nolito, al que todos los expertos sitúan en el once inicial que el lunes debutará contra la República Checa. Aunque el seleccionador debe aprender todavía a utilizarlo o al menos afinar mejor sus matices.

En el Celta, los circuitos se han diseñado para conducir el balón hasta la banda y que Nolito impulse la acción desde allí. Jonny vive sincronizado con su pareja. El lateral aparecerá justo cuando el andaluz abandone ese espacio, ampliándole las alternativas. Del Bosque, en cambio, prefiere que Nolito maniobre por zonas más interiores y que sea Alba el que espere el balón. El céltico nunca se sintió cómodo con esta situación durante la primera mitad. Ofreció un pase colgado a Aduriz y un remate muy desviado como único sustento. España prefirió alimentarse de la banda derecha.

La actividad de Nolito se incrementó en la segunda mitad. Con el mismo planteamiento táctico, pero con Iniesta, que lo ilumina todo, a los mandos. El barcelonista y el celeste, quién sabe si pronto compañeros, se asociaron con frecuencia. De Nolito fueron dos de los contados disparos, uno lamiento el poste y otro interceptado por el portero. Su consuelo para aliviarse el bochorno.