La Liga, el torneo de la regularidad, se decidirá a un partido. O dos. Después de 37 jornadas, el título depende de lo que ocurra en Los Cármenes, en el Granada-Barcelona, y también del resultado de Riazor, en el Deportivo-Real Madrid. Es decir, los dos únicos aspirantes se la juegan en campos de equipos que llegan con los deberes hechos. Por eso los días previos se han llenado de especulaciones sobre el interés de granadinos y coruñeses, con las inevitables referencias a los estímulos económicos, prohibidos. Sobre las siete menos diez de la tarde, la solución: la 24ª liga del Barça o la 33ª del Real Madrid.

Las estadísticas reflejan un rendimiento parecido de los dos aspirantes en los partidos fuera de casa: el Barça ganó doce partidos, empató tres (Valencia, Espanyol y Villarreal) y perdió otros tres (Celta, Sevilla y Real Sociedad), con 42 goles a favor y 15 en contra; el Madrid se impuso en once desplazamientos, empató cinco (Sporting, Atlético de Madrid, Valencia, Málaga y Betis) y perdió dos (Villarreal y Sevilla), tras lograr 38 goles y recibir 18.

Así que, en condiciones normales, el favoritismo de ambos es evidente. Un factor diferencial son los rivales. Aunque ambos vienen de asegurar la permanencia, las sensaciones en Granada y A Coruña son muy diferentes. Mientras que los andaluces vienen de una racha espectacular (9 de los 12 últimos puntos), la victoria de los coruñeses en Villarreal fue un chispazo en medio de una segunda vuelta lamentable, con sólo un triunfo en Riazor.

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Además, mientras los jugadores del Granada sólo parecen preocupados por sacar la mayor recompensa económica a su presidente, Quique Pina, al vestuario del Deportivo no ha llegado la tranquilidad ni con la permanencia asegurada. Uno de los hombres fuertes de la plantilla, el defensa Arribas, lo reflejó ayer en Twitter: "Algunos jugadores no quieren jugar ni ir convocados". Y apuntó como principal factor desestabilizador al lateral brasileño Luisinho, del que Sánchez del Amo dijo: "Me ha llegado a amenazar diciendo que tenía que jugar y que, si no, me iba a crear muchos problemas".

Un panorama muy diferente se presume en el visitante de hoy en Riazor. La armonía volvió al vestuario del Real Madrid desde la marcha de Rafa Benítez y los buenos resultados han acabado de dibujar una situación idílica, con la posibilidad de optar a los dos títulos más importantes. Zidane también cree, pero ayer insistió en su discurso prudente. Sobre su continuidad, el francés zanjó: "Todavía no he ganado nada para pensar que puedo seguir. He aprendido mucho en estos cinco meses porque no es lo mismo entrenar al Castilla que al Madrid. Pero me gusta mucho. He soñado que estaba mucho tiempo en este gran club".

Zidane rehuyó hablar de las primas a terceros -"no sé de que me hablas"-, ni de la posible ayuda del Granada. Quiere que sus jugadores se centren en sumar los tres puntos, para lo que considera clave "entrar fuerte en el partido. Tenemos fe en la Liga, hemos ganado once partidos y estamos a un partido. Vamos a creer hasta el final, hasta el último segundo del partido".

El francés dijo que no estará pendiente del encuentro ante el Granada, pese a que en su banquillo se seguirá de cerca. "No me voy a enterar hasta el final de lo que pase en Granada. No dependemos de nosotros pero no tenemos que pensar en otro partido, solo en el nuestro. Sumar y luego veremos".

No pudo evitar las preguntas sobre la final de la Liga de Campeones, en el que está centrado ya el Atlético de Madrid. "El partido de nuestra vida es el de mañana (por hoy). La final del día 28 está al 50 por ciento", remató el técnico madridista.

Desde que el Atlético y el Madrid anularon la ventaja del Barça, Luis Enrique tuvo claro que tendrían que ganar todos los partidos para cantar el alirón. Por eso no se plantea otra cosa que hacer los deberes en Los Cármenes: "Tengo la sensación de que sólo ganaremos la Liga si ganamos en Granada". El técnico asturiano afronta el partido con optimismo porque "el equipo recuperó el nivel desde hace bastantes semanas", pero también convencido de que "habrá momentos en que sufriremos. Hay un rival y jugamos fuera de casa".

Luis Enrique considera que la victoria tendría un mérito enorme porque "ésta es la liga más difícil de Europa, por la calidad de los rivales". Se queda al margen de todos los rumores que condicionan cada final de temporada: "Siempre pongo la mano en el fuego por todos los profesionales del mundo del fútbol". Y puso como ejemplo lo ocurrido la semana pasada: "Todos apostábamos porque iba a ganar el Atlético de Madrid ante el Levante y mirad lo que pasó. En Granada puede ser igual. Pueden ir desacomplejados o relajarse".

Sobre cómo motivará a sus hombres antes del partido contra el Granada, el técnico del Barça ha argumentado que su misión, en este tipo de encuentros donde los estímulos "están tan a la vista", es justo la contraria: "trabajar para que no se disparen".

En apenas ocho días, Luis Enrique tiene la oportunidad de ampliar con dos títulos el palmarés que inició la pasada temporada con el triplete (Liga, Copa de Europa y Copa del Rey), a los que añadió esta campaña la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes. Eliminado el Barça en cuartos de final de la Liga de Campeones por el Atlético, le queda la opción del doblete: hoy la Liga y el domingo día 22 la Copa del Rey frente al Sevilla.