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fútbol - Primera División

Sin noticias de Tamudo en el Camp Nou

El Barça evita cualquier atisbo de sorpresa en el derbi y tendrá el título en su mano en Granada

Luis Suárez anota el 2-0. // Alberto Estévez

No estaba Tamudo en el Camp Nou y tampoco el Barça de Luis Enrique es aquel de Rijkaard. El marcador reflejó la diferencia entre los dos equipos de Barcelona. En realidad, así ha sido en tres de los cuatro partidos de la temporada, condicionados por el primero, aquel en el que el Espanyol ganó su pequeño título de la temporada al frenar al ilustre vecino (0-0). Como en su estadio, el único argumento del equipo de Galca en el Camp Nou fue la pierna fuerte, sin consecuencias por un condescendiente Gil Manzano. Once contra once, el Barça no tuvo problemas para arrancar la penúltima hoja del calendario, agarrado de nuevo a la magia del tridente. Abrió la lata Messi, aseguró la victoria Luis Suárez y Neymar cerró la fiesta. Superado el pánico de las tres derrotas seguidas, el Barça acaricia su sexta Liga de las últimas ocho.

También el equipo parece haberse convencido de que la Liga está en sus manos. O, mejor dicho, en los pies de Messi, dueño y señor del partido de principio a fin. El "10" provocó la falta que encarriló la victoria con un lanzamiento marca de la casa. Fue el comienzo de una exhibición. Tres minutos después participó en un gol mal anulado a Rakitic. Y poco después fue objeto de un penalti que Gil Manzano tampoco concedió.

Como no pudo resolver antes del descanso, Messi se volvió a activar en el segundo tiempo. A los seis minutos, favorecido por la presión adelantada del Barça y un robo de Alves, regaló a Luis Suárez el segundo. Después, ya con el Espanyol resignado, todo fue muy fácil. Hasta cambió el viento arbitral, ya que Luis Suárez hizo el 3-0 al cabecear un córner tras quitarse de encima a Javi López con un empujón que se quedó sin castigo.

Si no fuese por la amplitud del resultado, Gil Manzano estaría ahora en la diana de unos y otros. Quizá condicionado por los últimos acontecimientos, el árbitro se empeñó en que aquello acabase once contra once. Lo consiguió pese a que algunos espanyolistas, especialmente Hernán Pérez, sobrepasó todas las líneas rojas. El paraguayo se libró de una roja directa por una plancha a la tibia de Mascherano que pudo traer graves consecuencias. Crecido ante la impunidad, Hernán siguió defendiendo su curioso criterio del fútbol hasta que, ya con una amarilla, Galca le mandó a la ducha.

A esas alturas Luis Enrique también empezó a pensar en lo que queda. Dio minutos a Mathieu, que se juega la Eurocopa, y protegió a Rakitic e Iniesta. Buenas noticias para Turan y, sobre todo, Rafinha, que después de una temporada marcada por su grave lesión de rodilla se encontró con un regalo de Pau López para hacer el cuarto. El guardameta del Espanyol, símbolo del odio contra el barcelonismo, dio un motivo más de satisfacción a la hinchada del Camp Nou.

Por un momento, con la victoria del Levante frente al Atlético y el Valencia a un gol del empate en el Bernabéu, el Barcelona creyó que incluso podría adelantar el alirón. El quinto gol, marcado por un Neymar mejorado, fue una anécdota en una tarde centrada en los transistores. La última jornada se convertirá en un mano a mano con el Madrid, como en los viejos tiempos, Pero en Granada ya no habrá la tensión que se preveía hace unas semanas. Luis Enrique tiene toda la semana para preparar la última batalla y levantar un título que marca la diferencia entre una temporada aceptable o decepcionante.

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