El deporte es una de las actividades donde se puede mejorar la salud. Pero como en todos los órdenes de la vida, practicado en exceso y de manera desmedida, se puede convertir en un problema. Y la línea puede ser muy fina. Es una zona casi imperceptible entre el deseo genuino y el momento en el que todo está condicionado por esa pasión llamada correr.

Es normal que, endorfinas mediante, una vez que las zapatillas están en los pies, se produzca un enamoramiento que modifique la existencia: todo parece girar en torno al entrenamiento y las carreras, y se cambia el estilo de vida y la alimentación.

Hasta las relaciones humanas se ven modificadas, puesto que el corredor empieza a interactuar con nuevos grupos más afines al running que a otros mundos. Pero esa pasión se ve desbordada cuando se llega al límite de sobrevalorar el running, transformándolo en lo más importante. Los especialistas lo denominan "runnorexia". La Organización Mundial de la Salud alertó que las adicciones a conductas se incrementan de una manera exponencial. La sobreexposición a nuevas tecnologías o la influencia de los estereotipos físicos llevan a esta condición.

Síntomas. La "runnorexia", como otras adicciones, tiene una base biológica. Por lo general, los síntomas son idénticos a los del adicto a cualquier tipo de ejercicio físico, y quedan en evidencia cuando no se puede realizar la actividad: aparecen la ansiedad, la depresión o la irritabilidad, y todo queda supeditado a esa única acción. La persona que lo padecen convierte la actividad de correr en el elemento más importante de su vida, por encima de las relaciones familiares, los amigos, el trabajo y hasta la salud. Y por lo general, no escuchan el cuerpo. No importan el cansancio, la fatiga, el clima o si existe algún dolor; la necesidad de cumplir con el entrenamiento siempre está por encima.

grupos de riesgo. Los especialistas aseguran que el perfil común se encuentra en corredores de entre 35 y 45 años, en especial en quienes nunca habían realizado ejercicio de manera continuada y tienen estresantes ocupaciones laborales, de estudio o familiares. Por lo general, está acompañado por una baja autoestima, pocas satisfacciones cotidianas y falta de confianza. Cuando no pueden correr, sufren síndrome de abstinencia.