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El Celta avanza en un estadio maldito

El equipo vigués empata en Cornellá un partido en el que echó de menos más creatividad por parte de Orellana y Nolito

Fabián Orellana pone en el áea del Espanyol el centro que dio a Aspas el primer gol ante la mirada del centrocampista senegalés Pape Diop. // LOF

Al Celta no le bastó ayer media hora de excelencia y un golazo de Aspas para romper la maldición de Cornellà y conseguir sellar en el esquivo estadio perico la octava participación de su historia en una competición europea. En un encuentro irregular, marcado por la imponente actuación del Tucu Hernández, el conjunto de Berizzo perdió en ventaja la iniciativa y el fútbol y pudo apenas rebañar un punto que difícilmente le alcanzará, cuando hoy se complete la jornada, para asegurarse de forma matemática la séptima posición.

Necesitaría que el Málaga perdiese en La Rosaleda frente al Rayo Vallecano y que la Real Sociedad y el Eibar no ganen en sus enfrentamientos con el Getafe, que visita Anoeta, y el Valencia en Mestalla, respectivamente. Todo una carambola que desluce el primer punto que el equipo de Balaídos es capaz de rebañar en el campo del Espanyol desde su inauguración hace siete años. Faltó regularidad, creatividad en los últimos metros y perspicacia para interpretar las necesidades del partido, tanto a la hora de administrar la ventaja como para generar oportunidades de gol.

Tras hacer lo más difícil, ponerse por delante, el grupo de Berizzo permitió rehacerse demasiado pronto al adversario y se contagió, como suele ocurrir en este campo, de la querencia del Espanyol, que jugó al límite del reglamento, a trabar los partidos.

Tampoco le ayudó la exigua aportación al juego de Orellana (que así todo se las arregló para asistir a Aspas en el gol) y sobre todo de un irreconocible Nolito, ni la indeterminación para mover el banquillo de Berizzo, que no acertó ni agotó los cambios y los hizo, como ya la ocurrió el pasado curso en este mismo campo, a destiempo.

el factor tucumano

El entrenador del Celta movió el equipo lo justo para solventar lesiones y administrar fuerzas. Aspas regresó a la punta de ataque en perjuicio de Guidetti, aunque las mayores novedades estuvieron en medio campo, que el técnico argentino reforzó con Pablo Hernández y Marcelo Díaz acompañando a Radoja. El movimiento de piezas propició un cambio de esquema -un 4-3-3 con Nolito y Orellana en banda- y permitió al equipo vigués mandar en el inicio de partido con evidente autoridad. En vez de presionar alto y robar, como tantas otras veces, el Celta buscó la portería perica haciendo elaborando el juego desde atrás, circulando la pelota con criterio y velocidad.

El imperial trabajo del Tucu, que apareció por todas las zonas del campo, ahora para sostener el ataque, ahora para ayudar en la defensa, llevó en volandas al equipo durante la primera media hora de juego, un bello monólogo futbolístico al que faltó apenas una pizca de inspiración (un pase filtrado al área, un remate poco exigido) para verse traducido en el marcador.

otra delicia de aspas

La jugada mágica la inició, como no, el Tucu y la rubricaron entre Orellana, que puso un buen centro desde la derecha al núcleo del área, y Aspas, que se elevó y quedó suspendido unos seguidos en el aire para convertir el primer gol con un remate inverosímil. Antes de que Berizzo lo cambiase, el artista moañés aún tuvo tiempo para cortejar el segundo, tras otro buen pase de Orellana, pero el portero despejó su remate con una gran intervención y el árbitro y posteriormente invalidó equivocadamente la jugada por fuera de juego.

reacción "perica"

Al Celta no le sentó nada bien ponerse por delante en el marcador. El gol celeste dio paso a una rápida reacción del equipo local, que se echó hacia adelante y puso contra las cuerdas a los célticos. Le ayudó, y mucho, encontrar el gol del empate en uno de los pocos errores defensivos de los celestes, un deficitario despeje de Sergi Gómez, que no estaba exigido y sacó la pelota hacia la frontal del área en lugar de sacar el balón hacia la banda. El rechace le cayó a Marco Asensio, que conectó un potente zurdazo que Sergio fue incapaz de atajar. Desde el gol del empate hasta el primer cuarto de hora del segundo tiempo fue el Espanyol el que llevó la batuta. Luego los dos equipos se enredaron en un estéril toma y daca sin llegadas a las áreas. El Espanyol comprendió que buena parte de sus opciones de sacar adelante el partido pasaban por neutralizar a Hernández y al Tucu se las dieron de todos los colores, como a una estera.

doble rasero arbitral

El equipo de Galca se benefició del excesivamente permisivo arbitraje del navarro Prieto Iglesias, que permitió al Espanyol ensañarse con Pablo Hernández sin castigo. Aunque no hubo acciones polémicas en las áreas el rasero de medir a los dos equipos fue muy distinto, especialmente a la hora de sancionar el juego duro. Víctor Sánchez pudo perfectamente ser expulsado y se fue con solo una amarilla, la misma pena que se llevó el Tucu por hacer una falta y recibir lo que no está en los escritos.

cambios poco funcionales

Tampoco la gestión del banquillo ayudó al triunfo.Berizzo solo hizo esta vez dos cambios: Aspas por Guidetti, que no se entendió bien y fue prematuro; y el de Bongonda por Nolito, que parecía ineludible y llegó demasiado tarde.

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