Luis Enrique vive uno de sus peores momentos desde su llegada hace casi dos años al banquillo del FC Barcelona. Su andadura comenzó mal, pero el triplete y un gran inicio de la presente temporada hacían prever que el cuadro blaugrana repetiría otro gran año. El equipo está en la final de la Copa del Rey y la Liga parecía cuestión de tiempo.

Sorprendentemente para un conjunto dirigido por Luis Enrique (sus jugadores suelen acabar las temporadas en un gran estado de forma) el bache de resultados ha llegado en el tramo decisivo del curso. En esa pesadilla que atraviesa ahora el preparador asturiano tiene mucho que ver su pasado. Santi Mina fue decisivo de nuevo ante el que fue uno de sus grandes valedores en el Celta. El delantero vigués, que ya le arrebató dos puntos en la ida, marcó el tanto que, al final, daría la victoria al Valencia.

Esta temporada, el asturiano vio cómo su exequipo, el Celta, le endosaba una contundente goleada en Balaídos, un resultado que abría alguna incógnita sobre la labor defensiva del FC Barcelona. Pocos días después de la derrota en Vigo llegaría un nuevo tropiezo. El Sevilla FC, inmerso en una dinámica negativa, ganaba en el Sánchez Pizjuán al cuadro azulgrana gracias a un tanto de otro expupilo de Luis Enrique, el excéltico Michael Krohn-Dehli.

La maldición de los ´ex´ escribía un nuevo episodio en los primeros partidos de la presente edición de la Champions League. Luis Enrique dejaba escapar dos puntos ante otro de sus anteriores equipos, la Roma. La escuadra italiana arañaba un punto en un encuentro en el que los culés perdían a Rafinha, lesionado de gravedad. El último de este apartado en vencer a Luis Enrique, además del ya citado Santi Mina, fue Augusto Fernández. El excapitán del Celta fue clave en la sala de máquinas rojiblanca para desactivar la creatividad de un FC Barcelona que puede acabar el año, sorprendentemente, en blanco.