Pudo ser una final gallega pero finalmente será una final vasca la que hoy se dispute en Porriño a partir de las 13 horas. Durante cuarenta y cinco minutos el Balonmano Porriño estuvo en la final de la Copa de la que es anfitrión pero el empuje del Zuazo cortó el sueño de las porriñesas. Las paradas de Castellanos, el brazo de Steinbach y la lesión de Cacheda arruinó las esperanzas gallegas en medio de un pabellón entregado a las suyas.

Con un ritmo vertiginoso comenzó el partido con los dos equipos totalmente al ataque y en tres minutos ya llevaban cinco goles marcados. Sara Gil estrenaba el electrónico para el Balonmano Porriño. Un gol de Alba Dapena situaba un 2-4 muy esperanzador para el Balonmano Porriño. Un ritmo pertiginoso que benefició de salida a las locales.

Un Balonmano Porriño muy metido en el partido había conseguido una ventaja de cuatro goles sobre el Prosetecnisa Zuazo que tenía al pabellón en pie a los diez minutos de partido (4-8). El entrenador vasco se vio obligado a pedir un tiempo muerto. La jugadora del Balonmano Porriño Sarai fue excluida y jugando con una menos el Prosetecnisa Zuazo acortó distancias en el marcador hasta quedar a un gol (8-9) a falta de seis minutos para el descanso con un gol de la alemana Laura Steinbach.

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A falta de diez segundos Abel Estevez pide tiempo muerto y ordena una jugada a sus jugadoras que sale a la perfección y antes de que sonase la chicharra Soraia consigue que el balón entre en la portería y se van al vestuario con un marcador 10-13 que hacía soñar con la final.

En la segunda parte el Prosetecnisa Zuazo apretó y dirigidas por Jessica Nogales, que una y otra vez penetraba, consiguieron meter el miedo en el cuerpo al Balonmano Porriño y se colocaron a tan solo un gol a los diez minutos con varias posibilidades para empatar pero se encontraron un Susi que en el día de ayer fue una de las protagonistas. A falta de ocho minutos Steinbach conseguía por primera vez el empate tras varios fallos de las porriñesas. Abel Estevez pide tiempo muerto para tranquilizar a sus jugadoras. Pero se le multiplicaban los problemas. Steinbach (autora de diez goles) soltaba el brazo y Castellanos era un muro en la portería contra el que se estampaba un equipo entregado, pero nervioso. Cacheda aún por encima se llevó un golpe en su maltrecho hombro y tuvo que irse al banquillo a falta de unos minutos. El Zuazo consiguió una ventaja de dos goles, pero el nervio del Porriño las llevó a tener una última posesión para forzar la prórroga. Pero allí estaba Castellanos otra vez.