"El día del fútbol", el programa de resúmenes de Movistar Plus, se recrea con las imágenes de la fiesta celeste en una esquina de El Molinón, esa coyunda entre jugadores y aficionados. Nacho Aranda, el presentador, rompe los cánticos del sonido ambiental e interpela a Gustavo López, uno de sus analistas.

- Gustavo, parece Argentina esto, la cancha de Independiente.

- Qué bonito. Te lleva a tiempos pasados-, comenta el excéltico, con un ligero temblor en la voz.

- ¿Te estás emocionando?-, pregunta Aranda.

- Te recuerda a tus tiempos en el Celta, con la afición volcada con el equipo, época de Champions, de UEFA. Hay una comunión muy grande, se hizo una unión muy fuerte entre el equipo, los jugadores, el cuerpo técnico. Es muy lindo-, prosigue el argentino.

Aranda certifica que las lágrimas le asoman.

- Tiene los ojos vidriosos.

Kiko Narváez, ex del Atlético, sentado al lado de Gustavo López, bromea.

- Se nos hace mayor, sentimental.

-Me acaricia por debajo, me emociono más aún-, retruca Gustavo, canchero.

Ya el instante de emoción se va disipando, aunque Aranda aún resumirá lo que su comentarista ha sentido al presenciar la escena de Gijón.

- Le ha llegado a la patata.

Gustavo López, un día después, justo antes de volver a entrar en maquillaje para retransmitir el Deportivo-Las Palmas, no niega el escalofrío que le recorrió el cuerpo "porque te traslada en el tiempo, te lleva a lo que hemos vivido en el pasado", explica. "Te hace recordar muy lindos momentos que hemos vivido, muchos años, muchos sentimientos. Se te viene el recuerdo y te emocionas".

Gustavo López, aunque viaje constantemente a Madrid por cuestiones laborales, reside en Vigo y sabe que lo vivido ante el Sporting condensa lo que él mismo percibe por las calles olívicas. "Se palpa el entusiasmo de la gente, la ilusión, las ganas de volver a estar entre los más grandes, esas ganas de volver a entrar en Europa, de volver a vivir esas noches coperas entre semana. Lo palpas en la ciudad, en la gente, en la comunión que hay entre el equipo y la afición. Eso me pone contento. Después de años duros se han hecho muy bien las cosas en el club. La comunión que se ha podido ir ganando con el tiempo entre todos es muy importante. Y me pone contento ver esos festejos entre los jugadores, ese regalo de camisetas a los aficionados y que estos se puedan ir felices a su casa. Con cosas que ilusionan".

Sucede esto en una jornada en la que el Celta de Berizzo bate el récord de puntos cosechados a domicilio en una sola temporada. Acumula 26 puntos, con tres salidas por delante para engordar la cifra. Bate así al Celta de Víctor Fernández de la campaña 2001-2002, al de Lotina de la 2002-2003, al de Fernando Vázquez de la 2005-2006. Y en todos esos conjuntos el dorsal once era propiedad del Cuervo. "Fue una suerte", asegura. "Eso significa que estuve muchos años y que las cosas se hicieron también bien en ese tiempo. Recuerdo que fueron equipos diferentes a nivel táctico y técnico. Lo único en que coincidían es que ibas a ganar a cualquier campo, independientemente del rival, con la misma ilusión de sacar los tres puntos. Eran equipos que no le tenían miedo a nadie. Todo lo contrario. Cuantas más adversidades, más ganas le ponían, más entusiasmo, más motivación, más intensidad en cada uno de los partidos. Son registros importantes, que quedan en la historia y en la memoria. Pero es bueno ir batiéndolos. Significa que se están haciendo bien las cosas".

Luis García, comentarista técnico en la Radio Galega, sostiene que "este Celta es mejor que el de Víctor Fernández", considerado unánimente por el celtismo como su patrón oro, al menos en tiempos modernos. Gustavo encuentra elogios para lo pasado y lo presente: "Siempre digo que son épocas distintas, equipos distintos, entrenadores distintos. A la gente le gusta comparar. Pasa ahora entre Messi y Maradona, el Madrid de ahora con el anterior, el Barça de Luis Enrique con el Barça de Pep. Son situaciones diferentes. Yo me siento orgulloso de haber vestido esa camiseta tanto tiempo y haber hecho feliz a tanta gente. Te queda la espina de no haber ganado nada, es lo único que nos quedó pendiente. Pero que todo el mundo hable de ese Celta también nos pone contentos. Jugábamos de memoria. Lo pasábamos bien dentro del campo, siempre con profesionalidad, siempre con seriedad, con optimismo. No digo que nos divirtiésemos porque enfrentarte a un rival siempre genera tensión y nerviosismo, pero sí lo pasábamos bien". Y es al menos en ese aspecto donde sí encuentra similitudes: "Este Celta transmite que juega muy bien, que lo pasan bien, disfrutan cuando tienen el balón, con un fútbol alegre, que entusiasma a la gente que está fuera. Cualquier aficionado al fútbol, no sólo del Celta, dice que da gusto ver a este equipo".