La Copa de la Reina, que se disputa la próxima semana en Porriño, comienza a ocuparlo todo. Los dos representantes gallegos en la cita, el Mecalia Guardés y el Porriño, afrontan sus últimos compromisos previos a la fasa final de un torneo en el que tienen puestas muchas esperanzas. El Mecalia Guardés es señalado como uno de los favoritos (aunque las lesiones han diezmado a la plantilla y le han restado potencial en una campaña que prometía ser histórica) y el Porriño, anfitrión del torneo, es un equipo imprevisible que está realizando una de las mejores campañas de su historia y que tiene capacidad para voltear a cualquier rival.

Pero antes de enzarzarse en la pelea que reúne a los ocho mejores equipos del balonmano femenino español (aunque hubo alguna sorpresa en las eliminatorias previas), los dos equipos gallegos afrontan este fin de semana partidos de Liga en los que tratarán de mantener el estatus que han obtenido durante los meses de competición, siempre asomados a las primeras posiciones.

El Mecalia Guardés vuelve a su pista talismán. En el pabellón de a Sangriña nadie ha conseguido vencer al equipo del Mecalia Guardés en lo que va de temporada. Hoy intentarán seguir con esa racha a pesar de los malos resultados que están cosechando fuera de casa donde es evidente que su rendimiento ha caído. Esta tarde reciben la visita del Clínicas Rincón Málaga, que ocupa la décima plaza y tan solo ha conseguido seis victoras.

Las jugadoras de Manu Etayo en estos momentos no se pueden fiar de ningún equipo pequeño y afrontarán el encuentro como si de una final se tratara. A las jugadoras les está pesando el buen comienzo de temporada y en estos momentos tanto su mente como su cuerpo está sobrecargado. Deben olvidarse de esto y centrarse en ganar y preparar de la mejor manera posible la Copa de Reina que comenzará el próximo viernes en Porriño.

Para este encuentro Manu Etayo seguirá sin poder contar con la presencia de su máxima goleadora, Naiara Egozkuen. Las bajas están siendo un lastre tanto para el planteamiento del entrenador como para las propias jugadoras ya que a veces carecen de recambio y deben jugar más minutos lo que obliga a una sobreexplotación de la plantilla.