La Eurocopa de 2016 será la primera gran cita internacional que la selección española afrontará sin Xavi Hernández, el encargado de imprimir su reconocible estilo a la Roja. En el intento de conservar lo más posible el libreto del "tiqui-taca", Thiago Alcántara ya fue señalado hace tiempo como su sucesor. Debía serlo incluso en el Barcelona, pero el club catalán no estuvo fino. Thiago, insatisfecho por el papel secundario que aún desempeñaba, aprovechó en el verano de 2013 que no había disputado los partidos necesarios para elevar su cláusula de rescisión y se fue al Bayern por 18 millones. Allí lo esperaba Guardiola, dispuesto a convertirlo en su trasunto dentro la cancha. En Múnich, a Thiago lo han lastrado las lesiones. Este año está disfrutando de mayor continuidad y espera ganar autoridad también en la Roja.

A Thiago se le sigue mucho desde Vigo. Nunca llegó a jugar en el Celta -no existían equipos de su categoría en el club durante la etapa de su padre, Mazinho- pero dejó constancia de su talento en el Ureca. El joven concedió ayer una entrevista a Onda Cero en la que desgranó algún recuerdo de su infancia en Vigo. "Yo me acuerdo de pequeño, terminaba el domingo, ya habíamos hecho nuestros deberes y jugado con nuestros respectivos equipos allí en Vigo, y nos sentábamos mi hermano y yo con las palomitas, con fruta, con lo que fuese, para ver el resumen de los partidos con mi padre. Por culpa de mi padre, por la pasión que me ha transmitido, somos muy futboleros", explica Thiago.

Respecto al Celta, desea: "Ojalá se meta en Europa". Y resopla con admiración si le hablan del nivel del juego céltico: "¡Qué orgullo! Lo voy acompañando, ya lo venía acompañando antes de que estuviese mi hermano (Rafinha, cedido por el Barça en la campaña 13-14) y cuando estuvo lo acompañé más todavía. Desde entonces los veo casi cada fin de semana".

Héctor Fernández bromea con que si presiona a Nolito exigiéndole esa clasificación europea. Thiago replica: "Presión ninguna, al fútbol hay que jugar sin presión".