Vuelve la Fórmula 1 a escena con el reto de recuperar la emoción tras el abrumador dominio ejercido los dos últimos años por Mercedes como en los cuatro anteriores lo hizo Red Bull, y con la más que razonable duda sobre su capacidad para conseguirlo. Y es que por lo visto o, mejor dicho, por lo que pudo intuirse en las ocho sesiones de entrenamientos de pretemporada celebradas en Barcelona, el Mundial volverá a ser un todos contra Mercedes, con ese "todos" centrado principalmente en Ferrari.

Mercedes evidenció en Barcelona una robustez insultante, completando en ocho jornadas 1.290 vueltas a Montmeló, el equivalente a una docena de grandes premios, y dando la sensación de que se guardaba un segundo por vuelta en el garaje facilitando así el lucimiento de Ferrari, que lideró la tabla de tiempos en cinco jornadas.

Tras las flechas de plata alemanas y el cavallino rojo italiano aparece una clase media que lideran Williams y Red Bull y a la que este año espera sumarse McLaren-Honda. El MP4-31 que tendrán Fernando Alonso y Jenson Button ha ofrecido síntomas de una fiabilidad que no tuvo el pasado año, pero le sigue faltando potencia y su capacidad real para luchar en la zona alta es, hoy por hoy, una incógnita absoluta.

En cualquier caso, en 2016 se espera una temporada continuista en resultados para desesperación de un Bernie Ecclestone que teme por el negocio: "¿Qué sentido tiene -dice- gastar el dinero en ver una carrera si ya se sabe que Hamilton podrá el coche en la pole y si no gana él lo hará el otro Mercedes?". Pues eso: todos contra Mercedes.