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El gobierno en la sombra

El fulgor de los Warriors mantiene en segundo plano a unos Spurs excepcionales

Leonard tapona a Westbrook. // Larry W. Smith

Charles Barkley se presenta en The Late Show, de Stephen Colbert, y le suelta a su anfitrión: "Los Warriors tienen un equipo temible, han sido algo bueno para la NBA, pero te lo digo ahora mismo, no van a ganar el anillo este año". A Barkley le puede la necesidad de epatar. Debe alimentar su propio personaje y resultar siempre llamativo. Su comentario incendia los foros. Su fama de bocazas rebaja en apariencia la validez del juicio. Pero Barkley, Sir Charles, es también un analista sustancioso. Y aunque no lo concrete, seguramente maneja una alternativa fiable en su cabeza: San Antonio Spurs.

El brillo deslumbrante de los Warriors deja en penumbra todo lo demás que sucede en la liga. Sólo los líos de los Cavaliers, el probable candidato del Este, les han arrebatado algo de protagonismo. Se entiende. El equipo de Oakland, pese al inesperado tropiezo ante los Lakers, sigue en progresión de batir el récord de victorias de los Bulls (72-10 en la temporada 95/96). Los de Curry encadenaron ante los Suns 48 triunfos consecutivos en casa, ya el mejor registro. Los de Jordan se habían quedado en 44. Se opaca que los Spurs, estos Spurs discretos y silenciosos, llevan 41 y completan el podio histórico. No pierden en el AT&T Center desde marzo del año pasado. Es legítimo que Barkley confíe más en su baloncesto consistente y completo, bien preparado para cuando el criterio arbitral favorezca una mayor dureza.

La franquicia texana es posiblemente la mejor gestionada en época moderna. Gregg Popovich dirige una dinastía que sólo admite comparación con los Boston Celtics de Auerbach. Suma cinco títulos (1999, 2003, 2005, 2007 y 2014) por nueve de aquellos Celtics, pero los supera en longevidad. Popovich asumió el cargo de primer entrenador a mediados de la temporada 96-97. Fue la última en la que no se clasificaron para los play offs y en esas dieciocho participaciones consecutivas casi siempre han alcanzado las últimas rondas.

Popovich ha tenido el mérito extraordinario de reinventar su fórmula sin necesidad de mudarse. Del baloncesto áspero de sus primeros años ha evolucionado hasta el juego total que barrió a los Heat en 2014. El metálico estratega se ha convertido en un innovador a todos los niveles -el primero en nombrar como ayudante a una mujer, Becky Hammon- Y ha sabido gestionar como nadie podía esperar el ocaso de sus estrellas. Ya lo hizo con David Robinson y es ahora Tim Duncan, quien siempre tuvo al "Almirante" como referente moral, el que ha sabido envejecer.Igual que Ginobili a su estela.

Las figuras suelen convertirse en un lastre para sus franquicias cuando inician su declive. El peso sentimental o económico (Kobe Bryant sigue siendo rentable a ese nivel) condiciona la regeneración deportiva. Los Spurs han disfrutado de la generosidad de sus leyendas. Duncan cobra 5.250.000 dólares; Ginobili, 2.814.000. La franquicia es la quinta en sueldos (87,8 millones), por detrás de Cavaliers (107), Thunder (95,5), Clippers (93,7) y Golden State (93,6). Todo un esfuerzo considerando que San Antonio es un mercado pequeño, que deben compartir el pastel texano con Mavericks y Rockets y que su producto tiene más eficiencia que glamour a ojos del aficionado americano. Pero es sin duda la que mejor gasta. No hay veteranos que se echaron a dormir tras firmar contratos leoninos ni operaciones absurdas que hayan hipotecado su maniobrabilidad. Su escala salarial se ajusta con bastante precisión a la jerarquía en el juego. LaMarcus Aldridge(19.689.000), Kawhi Leonard (16.407.500), Tony Parker (13.437.500), Danny Green (10.000.000) y Boris Diaw (7.500.000) repercuten en el juego ser los mejor pagados.

Los Spurs, liderados por el general manager R. C. Buford en perfecta comunión con Popovich, han sabido moverse de maravilla, en esa política de retoques constantes que les evita afrontar una gran revolución, que tendría consecuencias más impredecibles. Son los más ágiles en el escenario FIBA (a Marjanovic lo firmaron por 1,2 millones). Ese toque internacional alcanza al banquillo, con Messina ideando variantes defensivas e incluso dirigiendo partidos como técnico jefe cuando Popovich ha de ausentarse. También han sabido captar las gangas que los descartes de otras franquicias dejaban a su alcance (Kevin Martin y Andre Miller, los últimos, cortados por los Timberwolves y que de los Spurs apenas cobran 300.000 dólares). Veteranos como David West (1,5 millones) encuentran allí un hogar en el que reactivar su ambición. Y poseen atractivo para fichar a los agentes libres que les interesan guiados por una idea, un estilo, sin mercadotecnia. LaMarcus Aldridge, el hombre sobre el que pivota el futuro del equipo junto a Leonard, recuerda la reunión con Popovic que le decidió a irse a San Antonio: "Estuvimos hablando de baloncesto y fue increíble". Incluso las transiciones a nivel directivo son suaves, medidas, coherentes. Al presidente, Peter Holt, lo sucede su esposa, Julianna Hawn, implicada en el funcionamiento interno de la organización desde hace mucho.

En este escenario, la única preocupación de los Spurs, y el único alivio posible para sus adversarios, es la retirada de Popovich, de 67 años. Pero él no manifiesta cansancio y está dispuesto a seguir hasta 2019, cuando concluye su contrato. Curry sabe que hasta entonces tendrá que pelear a dentelladas por el reinado de la NBA.

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