El Madrid sigue adelante en la Liga de Campeones. El equipo blanco se mantiene vivo en la competición -ya está en cuartos- en la que cifra todas sus esperanzas para salvar la temporada después de quedar eliminado de la Copa y de estar muy lejos del Barcelona en la Liga, pero su imagen dista de ser convincente.

Como ya había mostrado en la ida el Roma no fue gran cosa, y eso que pese a sus limitaciones aun fue capaz el conjunto italiano de disponer de varias ocasiones de marcar, todo ello propiciado por unos errores defensivos de bulto, al final salvados por Keylor Navas o por los propios desaciertos de los atacantes visitantes, que se caracterizaron sobre todo por tener un punto de mira de lo más desviado en sus botas.

Pasó el Madrid, pero lo hizo sin brillo, tanto que dio vida durante muchos minutos al rival. El partido fue mayormente un correcalles, producto de un Roma desesperado debido a la importante desventaja que traía en el marcador (0-2), y de un Madrid que no es capaz de dominar los partidos.

Calidad individual tienen mucha los blancos, y en el intercambio de golpes suelen salir ganadores y sin que tarde tanto en reflejarse en el marcador como ayer; sólo que anoche hubo el añadido de la imprecisión. No se puede negar al equipo de Zidane su deseo de agradar, de estar metido en el partido, de cumplir la instrucción que el técnico se había encargado de machacar el día antes, que no había nada ganado, pese al resultado de la ida, y que la confianza era el peor enemigo del Madrid.

Pero precisamente por esas características de empeño y entusiasmo más a la vista quedaron las limitaciones del Madrid como equipo, sin un jugador que sea capaz de llevar orden y concierto a los movimientos colectivos, y curiosamente con un Casemiro elevado casi al estatus de estrella por algunos cuando apenas fue capaz de ver los balones que pasaban por su zona sin ser capaz de interceptarlos.

El Madrid tuvo otro talón de Aquiles particular, un Marcelo más caótico que nunca por lo que se refiere a la defensa. Lo de él, como lo de Bale, es ir para adelante, pero trabajar para anular al contrario queda para otros, que yo soy un artista, parece que dice. El galés, por cierto, en su reaparición como titular volvió a tener una actuación absolutamente desvaída, intercambiando posiciones casi a lo loco con Cristiano Ronaldo y James, buscando sorprender, pero siempre dando la sensación de que no hay nada ensayado, de que todo va según cuadre en el momento, como a la buena de Dios. Mucho mejor que Bale fue Lucas Vázquez, que jugando a lo que sabe, por la derecha, se hizo notar favorablemente en los minutos de que dispuso.

Hasta Cristiano Ronaldo volvió a ser el delantero poco inspirado ante la portería. Después del atracón ante el Celta, ayer tuvo que conformarse con un tanto, si bien tiene la importancia de que fue el primero, justo a pase de Lucas Vázquez, el que daba más tranquilidad, marcador después ampliado por James, en prácticamente lo único notable que hizo.

Sigue sin notarse algo especial en la presencia de Zidane como entrenador. El Madrid mantiene el poso de equipo que resuelve por sus individualidades. El problema, como ya se ha comprobado demasiadas veces, es cuando tiene enfrente un equipo que auna calidad y buen trabajo. El Roma no era de esa pasta.