Rafa Sáez echó mano de la célebre frase atribuida a Maquiavelo, "el fin justifica los medios", para resumir lo que ayer sucedió en el campo de O Vao entre el Coruxo y el Valladolid B. Se sacrificó el buen juego desarrollado por el equipo durante muchas jornadas de Liga por el resultado, y es que ganar ayer era fundamental para acabar con una pesadilla que duraba siete semanas.

También es cierto que los vigueses contaron con esa pizca de suerte que se necesita en los momentos importantes. Marcar a los cuatro minutos de juego, en la primera oportunidad del encuentro, vale su peso en oro en compromisos tan importantes como este. Los vigueses sabían que las contras del Valladolid B eran muy peligrosas, y con el marcador a su favor serían ellos los que tendrían que arriesgar para lograr el empate. Cifuentes, en el doble pivote, tuvo más presencia defensiva, con lo que el equipo ganaba en seguridad.

Con ventaja en el marcador, fue el cuadro pucelano el que llevó el peso del encuentro. Con el control del centro del campo llegaban a la frontal del área, pero el Coruxo estaba bien colocado y casi todas sus acciones de ataque finalizaban en los pies de los vigueses. Esa fue la baza que trató de aprovechar el equipo vigués, pues buscaba sentenciar el partido con una contra, tal y como ocurrió en la jugada del segundo tanto.

Borja Jiménez, entrenador del Valladolid B, fue valiente al arriesgar cuando otros esperarían a la segunda parte. A la media hora de juego sacrificó a un lateral para meter a otro hombre arriba, retomando el sistema con el que vienen jugando habitualmente. Fueron minutos, tras el tanto del Coruxo, en el que el Valladolid se hizo fuerte y se fue arriba, pero totalmente inoperante cada vez que el balón se acercaba al área viguesa.

El paso por el vestuario no sirvió para que mejorara la calidad del encuentro. El técnico pucelano realizó su segundo cambio, pero el equipo no conseguía mejorar, aunque sí es cierto que en los primeros minutos dispusieron de alguna ocasión, como el disparo de José, en el minuto sesenta y dos, que Brais despejó con apuros.

En la segunda parte el nivel del partido cayó todavía más. Los porteros eran meros espectadores, ya que el Coruxo daba por bueno el empate y solamente buscaba una contra para tratar de matar el partido, mientras que el Valladolid B no tenía las ideas claras y se estrellaba una y otra vez en la frontal del área.

Con esta partitura los minutos fueron transcurriendo sin demasiados sobresaltos. Rafa Sáez movió el banquillo en el minuto sesenta y siete, sentando a Ortiz y colocando a Rafa Mella en punta, posición que ya ocupó en más de una ocasión. Dio la impresión de que el equipo ganó algo más de verticalidad en ataque, pero el gol seguía sin llegar y, por fortuna, el cuadro pucelano tampoco inquietaba demasiado.

En los minutos finales del encuentro, el choque entró en una fase que al Coruxo le vino bien. El Valladolid B se fue definitivamente al ataque y ahí fue cuando comenzaron a aparecer las contras de los vigueses. A diez minutos para la conclusión del encuentro, Rafa Mella recupera el balón y monta una contra, enviando el balón a Pedro Vázquez que dispara alto.

Sin embargo el vigués no falló tres minutos más tarde, cuando en una jugada muy parecida el balón le llega a sus botas para batir a Julio. Una victoria sufrida, pero al final se logró el objetivo, que no era otro que el de ganar.