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Celta

El Celta se traiciona tras el descanso

El equipo de Berizzo estropea su buena entrada en el partido con una inexplicable desaparición en el segundo tiempo

Aspas y Nolito se felicitan tras el único gol del Celta en el Bernabéu. // LOF

El Celta se quedó en el vestuario tras el descanso. No compareció. Y así se explica lo obsceno del marcador. Es difícil entender y casi imposible explicar el cambio de actitud del equipo con respecto al primer tiempo. Algo inédito esta temporada en la que el Celta, al margen de los resultados, siempre había tenido estilo y actitud. Jamás los había traicionado y su comportamiento había sido de una honestidad extrema en relación a los principios que trata de defender. Ayer sí hubo algo de traición a lo que ha sido el Celta esta temporada. La segunda parte fue indigna de este equipo, una extraña desaparición que convirtió la segunda parte en un tranquilo paseo para el Real Madrid. Algo incomprensible teniendo en cuenta la buena primera parte de los vigueses y los apuros que hicieron pasar a los de Zidane. Pero las virtudes mostradas desaparecieron tras el descanso. Sin intensidad ni control el Celta fue un juguete en manos de la voracidad de los atacantes blancos sin que en las filas vigueses hubiese el mínimo asomo de orgullo.

la lesión del tucu

El primer detalle que cambió de forma descarada el desarrollo del partido fue la lesión de Pablo Hernández. El mediocampista estaba siendo muy importante en la salida limpia de la pelota, en ganar balones divididos y en compensar a balón parado la falta de centímetros del equipo de Berizzo. Sin él, llegaron los problemas de forma inmediata y hay un Celta diferente a partir de su salida. El equipo ya dio sus primeros síntomas inquietantes antes del descanso y el Real Madrid, ayudado por la ausencia del Tucu, anotó el primer gol en un saque de esquina rematado por Pepe. Apenas había nadie estorbando. La ausencia del chileno va a ser un problema considerable en el futuro inmediato de este equipo.

control del primer tiempo

El 1-0 con el que el Real Madrid se fue al descanso fue un premio desmedido para un equipo que solo había hecho daño a balón parado y que se encontró con un rival que le tapó todos los caminos y que supo cómo hacerle daño aunque fuese con cuentagotas. Fue prudente el Celta en la primera entrega. Escogió los momentos para atacar y cuando lo hizo llegó con facilidad a la portería de Navas. El partido pudo cambiar decisivamente en aquella acción en la que Aspas falla dos veces solo ante Navas: en la primera estrella el balón en la cruceta y en la segunda dispara al cuerpo de Navas. Situaciones que cambian la dinámica del partido. Toda la finura que Aspas tuvo para marcar el gol del honor le faltó en la acción que podía haber inclinado el choque.

el bernabéu

El estadio blanco ayer era un aliado de los intereses del Celta. La hinchada esperaba de uñas a los suyos y tenían el silbido siempre a punto para censurar cualquier error. Cada vez que los de Berizzo se asomaban al área de Navas silbaban las gradas. Mucha ansiedad que jugaba a favor de los vigueses que sin embargo no acertaron a provocar el incendio que buscaban. Adelantarse en el marcador hubiese abierto la espita y seguramente habría convertido el partido en un infierno para los blancos. Pero el Celta no supo poner de su parte al estadio.

Los que corren

Le sucedió al Celta en la primera vuelta y se repitió ayer. El Real Madrid, debido a las ausencias por lesión, jugó con los que corren. Casemiro, Lucas Vázquez o Kovacic pueden ir más justos que algunos de sus compañeros de vestuario en lo que se refiere a calidad, pero les sobra responsabilidad y esfuerzo. Ayer no dejaron de trabajar y así fueron compensando la superioridad que el Celta tenía gracias a la claridad de ideas con la que juegan. Cuando los vigueses bajaron de revoluciones, no fue de extrañar que les pasasen por encima.

nolito-orellana

Factores determinantes del Celta que ayer aparecieron en un par de destellos aislados en el primer tiempo. Un escaso bagaje para ambos. Nolito sentó a Carvajal en sus primeros mano a mano y se llevó un par de patadas por el mismo precio. Pareció dar muestras de recuperación. Pero aún le faltan. Luego desapareció y cometió un error ingenuo en la jugada que acabaría en el primer gol madridista. Quiso salir de la línea de fondo haciendo un caño a su marcador y regaló la falta que daría paso al gol de Pepe.

tras el descanso

Una pesadilla. Cristiano castigó la indolencia inicial con dos latigazos (en el primero se le conceden demasiados metros y excesivo tiempo). Y el Celta bajó los brazos. No hubo pizca de orgullo en ese segundo tiempo, ni un bandazo desde el banquillo. Sin la pelota y sin actitud, los vigueses son vulgares. Como todos los equipos de este mundo. Y parecieron olvidarlo. El final recordó un poco a lo sucedido en el Camp Nou aunque hubo considerables diferencias entre aquel segundo tiempo y el de ayer en el Bernabéu. Conviene olvidarlo con rapidez.

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