No es fácil el trabajo de Marcos Montes estos días. El Choco, al que llegó hace unos meses en sustitución de su hermano Jacobo (ahora en el Alondras), se ha convertido en el equipo de moda del grupo gallego de Tercera División. La culpa la tienen cinco victorias consecutivas que les han servido para alcanzar al Cerceda en el liderato y situarse ya con diez puntos de diferencia sobre el quinto clasificado. A estas alturas, a doce jornadas de que concluya el campeonato, cuesta mantener el discurso de la permanencia que el entrenador ha defendido durante meses y poner freno al ambiente de entusiasmo que se vive en la caseta. "Pero esa es mi obligación", recuerda con una sonrisa mientras dibuja la escena que vive tras las últimas victorias: "Yo llego al vestuario y les felicito por la victoria, les hablo de que el objetivo de la permanencia está ya en la mano. ¿Y qué hacen los jugadores mientras tanto? Pues consultan en las aplicaciones de los móviles cómo quedaron el Boiro o el Cerceda, que son los que están ahí arriba. Y yo les pregunto entonces ¿y cómo quedó el Mugardos, o el Órdenes?? Es complicado manejar la situación porque todos los jugadores tienen aspiraciones, quieren ganar y al verse arriba? Pero debemos manejar con tranquilidad esta situación".

En una categoría compleja e igualada, donde ningún equipo es capaz de encadenar varias victorias consecutivas, el último mes del Choco es poco menos que un prodigio que le ha permitido dar un salto en la clasificación gigantesco. Montes tiene una receta muy clásica y sencilla: "La culpa de todo hay que encontrarla en los entrenamientos. Salvo por Saúl, que se está incorporando al grupo tras una lesión de tres meses, el resto de los futbolistas está en condiciones y estamos trabajando sin sobresaltos y a buen nivel. Eso te permite mejorar la calidad de los entrenamientos y eso te lleva a que llegues al partido bien preparado. Logras la primera victoria y ese triunfo te lleva al segundo; y el segundo al tercero. No hay nada más".

El técnico todavía no quiere abusar de los cálculos aunque es consciente de que "el discurso de la permanencia ya no sirve. Tenemos 49 puntos y con eso debería valernos. Hemos hablado en el vestuario. Les he felicitado por lo que han conseguido y vamos a mantener la ambición sin fijarnos un objetivo en concreto. Cuando resten cinco jornadas veremos dónde estamos y en ese momento sabremos perfectamente cuál será la meta". Montes teme también que todo esto "se vuelva en nuestra contra y por eso hay que manejar con calma la situación. No puedo vender que ahora el objetivo es otro porque si en las tres próximas semanas sumas dos empates por ejemplo, puede llevarnos a una caída anímica, a una sensación de desencanto exagerada y eso hay que evitarlo".

Para Montes resulta impensable todo lo que está viviendo en el Choco "porque no fue sencillo. Costó mantener al grupo de jugadores que formaban la base del equipo la pasada temporada porque tenían ofertas mejores. Ayudó que el Choco es un equipo entrañable, cariñoso, donde se hacen las cosas bien. Así conseguimos el primer objetivo. Y luego yo, aunque venía de dos buenas temporadas en el Valladares, era nuevo y me encontraba con un equipo que había hecho la mejor temporada de su historia". El trabajo durante estos meses fue progresivo hasta llegar a la situación actual: "Poco a poco demuestras y generas confianza, y el trabajo va saliendo. Al principio había quien pensaba que la del Choco era una apuesta a caballo ganador porque se mantenía el grupo del año pasado, pero no ha sido nada sencillo este proceso". Para Montes estos cinco meses de temporada en el Choco "me han valido por varias temporadas enteras en otros equipos y eso ayuda al aprendizaje que debe realizar un entrenador".

En la trayectoria del Choco llaman la atención los números de Hugo Sanmartín y de Diego Silva, que llevan 16 y 15 goles respectivamente. Dos casos de futbolistas que Marcos Montes valora especialmente por diversas circunstancias: "De Hugo se decía que sus segundas temporadas en los clubes no eran tan buenas y ya se ve que no es así. Y con Diego hay un problema que hemos tratado de solucionar. Por su situación laboral entrena una semana sí y otra no. Lo hemos compensado con sesiones individuales para él algunas mañanas en la semana que no puede entrenar con el resto. Eso ayuda a que no se produzca una caída en el rendimiento". Pero advierte enseguida: "Nuestro nivel ofensivo se debe al trabajo de los dieciocho futbolistas de la plantilla, es un trabajo de todos los compañeros".