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El proyecto del PSG busca su asalto continental

Los parisinos tienen su liga virtualmente ganada y aspiran a convertirse de forma definitiva en candidatos la Champions que siempre se le negó a Ibrahimovic

Ibrahimovic, durante un partido reciente. // Efe

Con 24 puntos de diferencia el París Saint-Germain tiene la Ligue 1 virtualmente ganada. El dinero catarí consiguió lo que pretendía y en tiempo récord. El fútbol francés está muerto a nivel de competición doméstica. Ya nadie discute el reinado de los parisinos que pueden ganar los partidos a medio gas, incluso cuando Ibrahimovic estuvo lesionado. 23 victorias, 4 empates y ninguna derrota es un balance que para cualquier observador imparcial se puede considerar dramático. Imposible que una competición con un solo actor consiga atraer la atención. Mónaco, Niza, St. Etienne o Lyon solo pueden pelear por entrar en Champions League en una liga marcada también por la irregular participación del Olympique de Marsella. Con la liga acabada y el cuarto título nacional seguido camino de las vitrinas del equipo capitalino el presidente Nasser Al-Khelaifi logró lo que lleva intentando desde que adquirió el equipo, que los suyos se centren exclusivamente en la máxima competición continental. Ante el Chelsea esta semana los franceses demostraron que lo darán todo para tratar de pelear un título que en el país galo solo ha conseguido levantar en una ocasión el club de Marsella. Los más románticos pueden pasar por alto que un equipazo sin una gran historia detrás se construyese a base del dinero del petróleo y ver la parte positiva: Si el PSG consigue levantar la orejona se corregiría una injusticia histórica, pues Zlatan Ibrahimovic por fin conseguiría su ansiado cetro continental, y puede que esta sea su última oportunidad.

Mimbres no le faltan al PSG para considerarse uno de los máximos aspirantes al título, con permiso como siempre de Barça, Real Madrid y Bayern de Múnich. Un equipo diseñado de forma muy inteligente, equilibrado en todas las líneas, sin las desconexiones en el juego que sufre por ejemplo el Manchester City, el otro megaproyecto futbolístico del dinero catarí. Todo ello dirigido por Laurent Blanc. El exdefensa del Barça y campeón del mundo en Francia 98 demuestra un gusto exquisito por el fútbol de combinación y ataque. La victoria por 2-1 en la ida de octavos de final frente al Chelsea no hizo justicia con los parisinos, que generaron muchas más ocasiones que su rival, sobre todo en la segunda mitad. Los londinenses, fieles a su fama de club con una suerte especial, se llevan un resultado abierto al Stamford Bridge.

Blanc saltó al Parque de los Príncipes con su clásico 4-3-3. Es fiel a este estilo que condena a Cavani a jugar la mayor parte de sus minutos tirado hacia la banda izquierda, aunque gracias a su lucha infatigable por cada balón el uruguayo suma 12 goles esta temporada en liga, pese a no ser titular indiscutible. De hecho entre semana fue suplente contra el Chelsea. El puesto de Ibra como delantero centro es indiscutible, aunque el sueco juega de lo que quiere. Quedándose a rematar como ariete cuando lo considera oportuno o bajando hasta el medio del campo para armar el ataque de los suyos cuando lo estima necesario. Ya no es el mejor Ibra, pero en la competición doméstica va tan sobrado que da la sensación de que podría estar una década más dando glamour a la Ligue 1. 23 goles y 10 asistencias acumula ya el gigante sueco.

En la portería el alemán Kevin Trapp es quizá una de las piezas menos conocidas del conjunto francés. Un portero de grandes reflejos y que debe estar atento a las pocas ocasiones que le genera a su equipo. En 27 jornadas de liga apenas recibieron 13 tantos en contra, pese a que Trapp fue muy criticado en determinadas ocasiones. En el lateral derecho el marfileño Aurier es un seguro por banda. Eso sí, en estos momentos está castigado por insultar gravemente a su entrenador y a alguno de sus compañeros, incluso acudiendo a insultos homófobos. En Champions el brasileño Marquinhos tuvo que adaptarse al lateral y lo hizo con bastante mérito. La pareja de centrales es la de la selección canarinha: Thiago Silva, uno de los mejores zagueros del mundo, aporta sobriedad y ordena una defensa en la que está acompañado por David Luiz. Mucho más caótico e irresponsable, David Luiz está trazando una brillante carrera en el fútbol en gran parte gracias a verse acompañado de su eficiente compatriota. Un clásico como el brasileño Maxwell es el dueño de la banda izquierda parisina a sus 34 años. Todavía conserva un recorrido decente en sus incursiones al ataque.

El tridente titular en el centro del campo es una de las claves del juego de Blanc. Motta proporciona el orden y el posicionamiento para que Marco Verratti y Matuidi pongan más magia. Aunque los tres mantienen un importante rigor defensivo y destacan cortando pases y destruyendo el fútbol de los enemigos del PSG. El argentino Javier Pastore, mediapunta de calidad por excelencia, es una alternativa cuando Blanc necesita reforzar el ataque. Pastore sería la estrella en casi todos los equipos del mundo. Tiene una increíble visión de juego. Filtra pases que nadie ve y se desenvuelve por el centro del ataque o por las bandas. Sin embargo, en París ni siquiera es titular. Las armas del ataque del PSG son tantas que Pastore y Cavani suelen calentar banquillo mientras Ibra, Di María y Lucas Moura hacen diabluras sobre el campo en la línea de ataque. Ezequiel Lavezzi, otro de los jugadores más desequilibrantes llegados de Sudamérica en los últimos años, se cansó de no ser un primer espada y se acaba de marchar al fútbol chino, seducido seguro por un salario de esos irrechazables.

El megaproyecto del París Saint-Germain empezó con todo girando en torno a Ibrahimovic y el sueco todavía acapara todas las miradas. Se encamina hacia su decimotercera liga, una auténtica proeza. Venció el campeonato de la regularidad en Holanda, en España con el Barça y en Italia con Juve, Inter y Milan, aunque la justicia acabó quitando las dos ligas que levantó con los bianconeri por el escándalo Calciopoli. En la capital francesa también cuenta sus años por victorias. Sin embargo su espinita es la Champions League. Director absoluto de una selección que no aspira nunca a un título importante, Ibra debe redondear su carrera con un título internacional que ponga su palmarés a la altura de su fútbol. Goles imposibles, una imaginación desbordante y una elasticidad envidiable definen a un Ibrahimovic del que nadie duda que se trata de uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol. Tiene 34 años y por lo visto ante el Chelsea todo apunta a que se agarrará con uñas y dientes a su última oportunidad.

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