La carroza se convirtió en calabaza. El sueño de la Copa del Rey se diluyó. Pero lo hizo poco a poco gracias a la fe de una afición y un equipo que siempre creyeron en la remontada. El mazazo de la ida no fue suficiente para noquear a un Celta que se ha ilusionado con la competición del KO y da la sensación que esta edición se ha escapado, pero que el equipo y su idea de juego siguen avanzando para saldar esa deuda que el fútbol tiene con el equipo celeste.

Berizzo apostó por un once ofensivo. Todo o nada. Un "all in" en toda regla. Wass actuaba como lateral y una sala de máquinas que es el cerebro y el corazón de la selección chilena. El diluvio que caía sobre Vigo era una adversidad más, pero el Celta siguió demostrado que no es un conjunto que arroje la toalla. Su instinto de supervivencia no tiene límites. Ha superado la marcha de Augusto y las lesiones de Nolito y Fontás y ahora tocaba navegar bajo la tormenta.

El estilo de juego del Celta se imponía. La solidez del Sevilla impedía al conjunto vigués inquietar a Sergio Rico en los primeros minutos de juego. Sin embargo, al filo del descanso, Iago Aspas cazaba en el segundo palo una asistencia magistral de Orellana. La dupla que devolvió al cuadro celeste a Primera División alimentaba el sueño de disputar una nueva final copera. Tras la reanudación, esa esperanza continuaba intacta gracias una nueva diana del delantero moañés que, minutos antes, había perdonado una ocasión a puerta vacía.

El Celta hacía su trabajo. Iba gol a gol. Cumplía a la perfección la receta y el plan de Berizzo. Tras la segunda diana del moañés llegó el mazazo. Banega batía a Rubén Blanco con un buen disparo cruzado desde la frontal. El cuadro celeste, sin embargo, decidió seguir luchando. Cuatro goles marcaban la distancia con esa final. La prórroga ya era imposible. Fue entonces cuando llegó una de las acciones polémicas del partido. Sergio Rico derribaba en el área a Guidetti. Martínez Muniera señalaba la infracción, pero perdonaba la roja al portero andaluz. El choque, completamente enloquecido, pasó del posible punto de inflexión del Celta a otro golpe moral para los de Berizzo. El delantero sueco erraba desde los once metros y desperdiciaba una de las ocasiones más claras del partido.

La lucha y el esfuerzo prosiguieron. El equipo vigués no se guardaba nada. El partido del domingo estaba lejos, muy lejos para un Celta que quería mantener el partido en una montaña rusa. Los de Berizzo se levantaron e incluso pudieron anotar el tercer tanto, pero el "indultado" Sergio Rico estuvo acertado bajo palos. De hecho, en la recta final del choque sacó una gran mano a un remate de Fabián Orellana.

Ya casi sobre el tiempo reglamentario, el Sevilla firmó la sentencia. Vitolo aprovechó un error en la salida de balón del Celta para firmar una bonita jugada individual que acabó con el tanto de Konoplyanka. La final de Copa de mayo ya había pasado a la historia. El equipo vigués ya había despertado de su sueño. Balaídos también pasaba página. Antes del gol del empate entonaba la Rianxeira. Los de Berizzo, con su fútbol y su esfuerzo, no sólo se han ganado el orgullo de la grada y el respeto del adversario, sino que incluso han logrado engrandecer las derrotas. La vida sigue. Se va, más bien se pospone, un desafío y se abre otro reto, otro sueño: regresar a Europa.

Ficha técnica:

Celta: Rubén Blanco; Wass (Jonny, 64´), Hugo Mallo, Sergi Gómez, Planas; Marcelo Díaz (Radoja, 68´), "Tucu" Hernández, Orellana; Iago Aspas, Bongonda y Guidetti (Señé, 72´).

Sevilla: Sergio Rico; Coke, Rami, Kolo, Escudero; Carriço (Cristóforo, 63´), Iborra (N´Zonzi, 56´); Vitolo, Banega (Konoplyanka, 72´), Krohn-Dehli; y Gameiro.

Goles: 1-0: Iago Aspas (34´); 2-0: Iago Aspas (54´); 2-1: Banega (56´); Konoplyanka (87´).

Árbitro: Martínez Munuera (comité valenciano). Mostró tarjeta amarilla a Planas y "Tucu" Hernández por parte del Celta mientras que por parte del Sevilla vieron cartulina amarilla Banega, Sergio Rico, Gameiro y Krohn-Dehli. Expulsó a N´Zonzi por doble amonestación tras el pitido final.