"En la peña era algo que flotaba en el ambiente, pero que nadie quería recordar. No hablábamos del asunto de manera explícita aunque es verdad que había una especie de maldición". La voz de Fernando Juncal, presidente de "Morriña Celeste", aún suena ronca después del inmenso desgaste del Vicente Calderón. Las secuelas de la batalla vivida en la grada. En la peña a la que pertenece, y que reúne a una extensa comunidad de celtistas radicados en la capital de España, la clasificación para las semifinales de Copa tuvo un sabor muy especial, el de una especie de liberación. Hace cuatro años y ocho meses que se puso en marcha "Morriña Celeste". En este tiempo el Celta ha acudido una docena de veces a enfrentarse a equipos de la capital de España. Días especiales para los miembros de esta peña que disfrutan de la presencia de su equipo en la ciudad, algo que también les "obliga" en cierto modo a ejercer de anfitriones para los aficionados llegados desde Galicia o cualquier otro punto. Solo había un problema: el Celta no era capaz de ganar. "Morriña Celeste" no era capaz de disfrutar de una victoria de su equipo en los estadios madrileños. Al principio era una broma, pero acabó por convertirse en algo serio. Se amontonaban las visitas y el Celta seguía sin regalarles la victoria. En broma empezaron a hablar de maldición entre ellos. Hasta que llegó este miércoles. La victoria del equipo de Berizzo supone un paso histórico para el Celta, pero ayuda a "Morriña Celeste" a poner fin al mal fario que parecía perseguirles: "Ha valido la pena esperar -explica Juncal- porque la alegría que nos hemos llevado ha sido gigantesca".

Juncal recuerda que hace un año también estuvieron en la victoria en Barcelona, la primera en el Camp Nou, pero tiene claro que si debe quedarse con una "prefiero la del miércoles por todo lo que significa para el Celta y para nosotros. Esta clasificación ha generado una ilusión enorme".

El presidente de la peña recuerda que al final en el Calderón se juntaron más aficionados del Celta de los que imaginaban en un principio: "Hubo gente que al no poder comprar entradas para la grada visitante por las restricciones que ponen lo hicieron para otras gradas pero luego consiguieron que la seguridad les permitiese pasarse a la nuestra. Nos juntamos unas doscientas personas en esa zona y pasamos una noche estupenda". Juncal también se muestra orgulloso del hecho de que varios peñistas se acercasen el martes por la noche a Barajas para dar la bienvenida al equipo que ya había tenido una calurosa despedida en A Madroa: "Fue un bonito detalle y los jugadores la verdad es que estuvieron cariñosos".