GALERÍA : Así fue el partido del celta. Imagen: Guidetti, eufórico, celebrando el pase a semifinales // Reuters

El Celta ha avivado, con una hercúlea proeza en el Vicente Calderón, su olvidado sueño copero. Quince años después de su última comparecencia, vuela el conjunto de Berizzo hacia las semifinales de Copa tras conquistar anoche el inexpugnable bastión colchonero en un duelo memorable, algo atribulado en el primer tiempo, donde el Atlético impuso su fortaleza táctica para gobernar el juego, y desatado tras el intervalo, cuando los celestes aprovecharon los escasos errores que concedió el equipo de Simeone para endilgarle una goleada histórica.

El Celta consiguió anoche lo que ningún otro equipo ha logrado esta temporada: romper en tres ocasiones la impenetrable defensa rojiblanca, de largo la mejor de la Liga y el continente. El Tucu Hernández, un tipo que agiganta su figura con el paso de los partidos, abrió y cerró el marcador y Guidetti, conectando por toda la escuadra un misil desde 30 metros, congeló el Manzanares con un golazo que paralizó al Atlético y desbrozó al Celta el camino hacia la penúltima ronda.

Simeone y Berizzo fiaron todo a la Copa desplegando sobre el campo todo su arsenal. Nada se dejaron los técnicos en el armero. El Toto dispuso un once casi calcado al que neutralizó hace una semana a los colchoneros en Balaídos, con la única novedad de Mallo por Planas, que llevó a Jonny al costado izquierdo. Wass y Radoja ocuparon la sala de máquinas y el Tucu ejerció como enlace con el frente de ataque: Aspas, Guidetti y Orellana, con el morracense arrimado al flanco derecho, el chileno pegado al izquierdo y el sueco en vanguardia. Simeone hizo algún cambio más: reforzó la defensa con Juanfran y el mexicano Giménez; apuntaló el medio campo con Saúl Ñíguez y Carrasco y formó en punta con Vietto y Griezmann, su equipo de gala.

El Celta entró con fuerza en el campo, presionando alto, con determinación, sobre la salida de pelota del rival, pero fue el Atlético el que asumió la iniciativa y no tardó en gobernar el partido. Los rojiblancos se sacudieron con facilidad la mordida, ganaron la batalla del medio campo y enseguida se lanzaron contra el portal de Rubén, que tuvo desde el inicio, tras recibir un fuerte golpe de Vietto que le impidió jugar el segundo tiempo, una noche ajetreada.

El portero Rubén Blanco cayó lesionado en el encuentro en el Calderón // Reuters / Juan Medina

En estos compases iniciales del choque, al Celta se mostró sumamente cauto, casi temeroso. El equipo vigués prefirió no arriesgar con el balón y abusó del pelotazo hacia Guidetti, fácilmente neutralizado por los centrales rojiblancos. Imponente tácticamente, el Atlético cerró con eficiencia el juego celeste por las bandas; anuló a Aspas y atrancó solidariamente el paso a Orellana, que se encontró con un muro de defensores cada vez que intentó ganar el área rival por su costado.

En esta tesitura, las ocasiones gotearon en el área de Rubén. El mosense sacó primero un cerrado lanzamiento de Koke desde la esquina y atrapó no mucho después en dos tiempos un peligroso disparo Griezmann antes de rebañar, con una imponente estirada, un balón de gol a Saúl, que arrancó en medio campo y se coló hasta la misma cocina.

Rubén Blanco frena una oportunidad del Atlético de Madrid // Reuters/Juan Medina

Sin la pelota, la cosa pintaba sufrida para los de Berizzo, que resurgieron contra pronóstico explotando uno de sus puntos débiles: las acciones de estrategia. Guidetti sacó en corto un córner hacia Orellana que, desde el pico del área grande, colgó el balón al cogollo, donde Hernández se elevó por encima de Gabi para cruzar un balón a media altura imposible para Moyà. Casi sin quererlo, el Celta se encontraba con el escenario de partido soñado. El tanto celeste enrabietó sin embargo al Atlético, que apretó los dientes en busca del empate. Y no tardó en llegar. Siete minutos después, Griezmann aprovechó un rechace de Rubén a un trallazo desde fuera del área de Carrasco para igualar el marcador. Fueron los minutos más difíciles para el Celta, que tuvo que multiplicarse en las ayudas para capear el temporal. Solo una vez puso Griezmann a prueba los reflejos de Rubén, que en el segundo tiempo fue sustituido por Sergio, antes del descanso.

El guión del encuentro dio un inesperado giro tras reanudarse el choque, cuando el Celta decidió dar un paso al frente y se fajó en un intercambio de golpes que acabó inclinando el campo a su favor. El primer aviso lo dio Aspas, bastante desdibujado anoche, con un remate desviado. La acción del moañés precedió a la exhibición de Guidetti, enorme todo el partido en la pelea con Godín y Giménez, y absolutamente demoledor en el remate.

El defensa del Atlético, José María Giménez, frente a frente con el delantero moañés Iago Aspas // Efe/Zipi

Antes de poner patas arriba el partido, el sueco protagonizó una acción formidable. Robó la pelota en medio campo y galopó en solitario hacia el portal de Moyà, aunque entre el portero y cuatro defensas acabaron cerrándole el disparo. El rechace le llegó al Tucu, que envió la pelota al fondo de la red. Sin embargo, a instancias del juez de línea, el árbitro anuló correctamente gol por haber traspasado el balón la línea de fondo. Lejos de desesperarse, Guidetti despachó su frustración con golazo de los que no se olvidan; un latigazo desde 30 metros que sacó las telarañas a la escuadra. Semejante exhibición de poderío enmudeció el Calderón y paralizó al Atlético, que antes de darse cuenta recibió el tercero, segundo de Pablo Hernández, que le notificaba el desahucio. El chileno tuvo esta vez la complicidad de Mallo, que ganó la línea de fondo y templó un centro al corazón del área donde, libre de marca, el Tucu cabeceó la pelota lejos del alcance de Moyà.

La situación se puso desesperada para el Atlético, obligado a marcar tres goles en menos de media hora para clasificarse. Y lo cierto es que el tramo final del choque se convirtió en un ejercicio de impotencia para los colchoneros, un quiero y no puedo en el que el Celta, sin apenas cambios -solo Beauvue entró por Guidetti-, administró con inteligencia su ventaja. El gol de Correa, último y desesperado recurso de Simeone para remontar, a nueve minutos del final no descompuso a los celestes, que manejaron con eficiencia, y templanza, sin desordenarse, los estertores del choque para obtener una victoria magnífica.

El equipo celeste celebra su victoria y el pase a semifinales // Efe/Zipi