Nueva derrota liguera del Academia Octavio, esta vez en tierras manchegas ante un Alarcos Ciudad Real que más que jugar un balonmano superior al del rival se limitó a no perder la calma en sus peores momentos, que llegarían muy pronto, y esperar el momento adecuado con tranquilidad y compitiendo siempre a un nivel alto. Por su parte el equipo vigués fue la cruz de la moneda y pese a que compitió en lo deportivo a muy buen nivel, superando con claridad en distintos momentos a su oponente, no solventó adecuadamente el choque en lo anímico y alternó fases muy buenas con otras complicadas en extremo. La irregularidad mostrada en la primera parte en ese aspecto, donde fue capaz de dar lo mejor y de lo peor, le condenó a jugar una segunda parte a la heroica, y aunque forzó su suerte tensando el partido hasta romperlo por completo, no resultó suficiente para sumar algo positivo.

El comienzo de partido de los gallegos fue perfecto, con un parcial inicial de 0-4 en menos de cinco minutos que dejaban el mejor panorama posible para los de Jabato. Los académicos continuaron realizando tan gran labor durante cinco minutos más en los que no tuvieron problemas para mantener su renta, 3-7. Con mucha concentración en todas las zonas de la pista, cuatro grandes paradas bajo palos de Jorge García Lloria y una excelente transición defensa ataque, Octavio amenazaba con escaparse en el marcador a las primeras de cambio.

Sin embargo en pocos minutos todo cambió por completo y el panorama se ensombreció con brusquedad, bastaron un par de errores, algún acierto rival y un poco de mala fortuna. El preparador local Javi Márquez ajustó más su defensa a la vez que Jorge Villamarín reclamaba protagonsismo bajo la otra portería y eso provocó los primeros errores graves de los académicos. En apenas cinco minutos más la diferencia quedaba reducida a la nada, 9-9, y poco más tarde el canario Nelson Espino, uno de los destacados y todo un peligro desde el extremo, anotaba dos tantos consecutivos para colocar a los locales por primera vez en el partido por delante, 11-10.

De ahí al descanso el equipo vigués desapareció del partido hasta hundirse casi por completo. La seis cero local, algunas veces defensa de ajuste a cinco uno, no varió demasiado en su intensidad pero durante largos minutos las muñecas de los visitantes temblaron y el equipo cometió errores groseros, pero no sólo en ataque, también en muchas otras facetas del juego. Hundido anímicamente, a la llegada del tiempo de descanso las cabezas bajas de los visitantes resumían el resultado de 19-11 que por entonces campeaba en el luminoso. A Alarcos le había bastado con ser regular para sentenciar la victoria de forma muy rápida.

En la segunda parte tocaría ver una buena cara del equipo académico, que desde el primer momento se mostró dispuesto a llevar el partido hasta la locura. El técnico ordenó una doble mixta muy abierta que rompió la dinámica de juego. La ambición visitante convirtió el choque en un ida y vuelta sin descanso, un intercambio total de golpes en el que un momento de debilidad podía significar la perdición. El Octavio hizo múltiples goles fáciles pillando a su rival en la transicion pero tantísima ambición lo penalizó encajando también muchos. Al final ni siquiera logró poder pelear por el resultado pero al menos obligó a que el Ciudad Real no pudiera relajarse nunca.