Marcelo Díaz (o "Carepato" si quieren adoptar ya el apodo por el que se le conoce en el fútbol chileno) difícilmente olvidará 2015, un año en el que, pese a los problemas físicos que sufrió -como el que arrastra desde hace semanas y que le impedirá estar en condiciones de debutar en el Celta hasta comienzos de febrero- vivió varios episodios extraordinarios. Uno de ellos le ha convertido en una celebridad en Hamburgo, el club del que procede. Hace ocho meses el fútbol europeo estaba conmocionado ante el posible descenso a Segunda del equipo alemán. El Hamburgo es el único que jamás ha faltado una temporada desde que se crease la Bundesliga a comienzos de los sesenta. Pero su mala temporada le puso al borde del desastre la primavera pasada. A duras penas se clasificó para jugar el play off de permanencia contra el Karlsruhe. Tras empatar a un gol en la ida jugada en Hamburgo, en la vuelta fueron a remolque tras un gol de Yabo. Pasaba el tiempo y el descenso del histórico estaba cada vez más cerca. En el descuento el árbitro señaló una falta al borde del área y apareció entonces la delicadeza de Marcelo Díaz para colocarla lejos del alcance del portero local y llevar el partido a la prórroga en la que un gol de Nicolai Müller les dio definitivamente la permanencia. Pero los aficionados del Hamburgo convirtieron a Marcelo Díaz en el héroe de aquel día y su falta se transformó en un momento icónico en su historia. Incluso se editaron camisetas conmemorativas del gol del chileno.

Tras rescatar al Hamburgo, el nuevo jugador del Celta vivió otro momento gigantesco en la Copa América disputada en su país. Allí lideró a la selección de Sampaoli -el entrenador que le cambió de posición y le ayudó a ser el mediocampista que es ahora mismo- hacia su único título internacional por selecciones. Díaz no se perdió ni un partido de aquella cita y acabó incrustado en el equipo ideal. Es difícil encontrar tanta gloria en un periodo tan corto de tiempo.

En Vigo vivirá un nuevo episodio de una carrera extraordinaria que le ha permitido ganar cuatro ligas y la Copa Sudamericana con la Universidad de Chile y dos Superligas con el Basilea. Habitual de la Champions con los suizos, seguro que encuentra en el Celta un buen lugar donde multiplicar su ambición.