El partido de Málaga no solo afecta a la viabilidad de Sergi Gómez como mediocentro. Pone en jaque el sistema de gestión que Berizzo pensaba aplicar en la portería, alternando a Rubén Blanco y Sergio Álvarez en todas las competiciones. Hasta ahora, la secuencia era dar a cada uno un choque: Rubén Blanco en Granada, Sergio ante el Athletic, Blanco ayer... El más joven de los arqueros había respondido bien en el primer envite. Sergio tuvo una actuación correcta ante el Athletic. La alternancia encaja su primer golpe en La Rosaleda. Como Blanco, además de fallar, fue expulsado con roja directa, causará baja ante el Atlético de Madrid el próximo fin de semana, de lo que cabría deducir que posiblemente juegue en la Copa ante el Cádiz. Más allá de esto habrá que aguardar a si el técnico insiste en la rotación o reconsidera la situación, visto que la competencia puede generar más ansiedad que atención.

La alternancia decidida por Berizzo no tiene excesivos precedentes. Lo convencional es apostar por un solo portero, como tantas veces sucedió con Casillas en el Real Madrid, o entregar a cada uno una competición, como hace Luis Enrique con Bravo y Ter Stegen. Cambiar de forma constante, cada poco tiempo y dentro de un mismo torneo, es algo que realizó Emery en el Valencia con Guaita y Alves. Siendo entrenadores tan distintos en comportamiento, perfil y estilo, al final Emery y Berizzo se parecen en lo innovador.

El resultado es lo que confiere a cada apuesta su condición de genialidad o disparate. De momento, a expensas de lo suceda en el futuro inmediato, las decisiones de Berizzo respecto a la portería resultan cuando menos inusuales. Cuando más arreciaban las críticas hacia Sergio, que ciertamente había cometido un par de errores aparatosos, el entrenador lo mantuvo en el puesto. Cuando el catoirense parecía haber reparado su confianza, tras encadenar dos actuaciones sólidas, sorprendió alineando a Rubén Blanco en Granada. ¿Qué hará ahora que el mosense ha flaqueado?

Blanco, el hombre señalado por altas instancias del club como portero de recorrido, podría haber desperdiciado la segunda oportunidad de hacerse con la titularidad o al menos de avanzar en el lento desplazamiento a su favor de la jerarquía bajo palos. La primera fue en el debut liguero, ante el Levante, con Sergio sancionado. Blanco falló y después se lesionó. Y ayer pecó en ambos goles, en una faceta como el juego aéreo en la que además se le supone en ventaja sobre Sergio.

Blanco, que con los pies, por ejemplo, ha querido eludir cualquier tipo de imprudencia como las cometidas por Sergio, salió en el primer gol como queriendo hacerse fuerte por alto. Midió mal. Bajo palos seguramente habría podido atrapar el blando cabezazo de Charles. Después, escarmentado, se ató a la línea en el córner del segundo tanto.

Es para Rubén una prueba de madurez. Al chico, que era menor de edad cuando se convirtió en el héroe de la permanencia, se le supone el carácter necesario para levantarse de los disgustos que todo portero, incluso los más grandes, han de acumular en sus currículos. Pero quizás debe recalibrar su calendario y prepararse para un mayor periodo a la sombra de Sergio. Está en manos del cuadrante de tareas de Berizzo.