El Celta dejó escapar ayer una buena oportunidad para recuperar provisionalmente la cuarta plaza y comenzar el nuevo año con otra victoria fuera de casa. A Berizzo se le fue la mano en los experimentos para presentar un equipo compensado ante ausencias notables como las de Nolito o Augusto Fernández. La peor parte se la llevó Rubén Blanco, que volvió a la portería tras reaparecer en Granada y regresar al banquillo ante el Athletic. Las rotaciones que quiere imponer el técnico en la portería del Celta acabaron por desquiciar al joven guardameta de Mos, que regaló los goles de Charles y Albentosa y fue expulsado a la hora de juego tras cometer un penalti. A pesar de todo, el equipo vigués tuvo dos claras ocasiones para sumar al menos un punto en La Rosaleda, donde jugó con diez los últimos veinticinco minutos.

El Celta está obligado a reconstruirse ante la huida de Augusto Fernández y ausencias por lesión como la de Nolito, uno de los jugadores más determinantes de la Liga y por el que el Barcelona sigue suspirando para llevárselo en este mercado de invierno. Berizzo solucionó las ausencias buscando fórmulas arriesgadas: situó a Sergi Gómez como mediocentro, pasó a Jonny al eje de la defensa, eligió a Señé para ocupar la banda izquierda del ataque y volvió a confiar en Rubén Blanco bajo palos. Las innovaciones entraban dentro de lo insinuado por el técnico, que no contaba con que al joven guardameta le sentase tan mal el plan de rotaciones que ha establecido para la portería celeste. Berizzo pretende que el mosense de 20 años tenga las mismas oportunidades, en Liga y en Copa, que Sergio Álvarez, que ante un irregular arranque de temporada vio mermada la confianza de los técnicos.

Sin pretenderlo, Rubén Blanco se convirtió ayer en el protagonista negativo de un Celta que intentaba reponerse del primer gol, obra de Charles Dias (minuto 7), cuando otro fallo del joven cancerbero permitió al Málaga anotar el segundo gol a los 25 minutos. En ambas acciones el portero del Celta falló en las salidas, una por exceso y otra por defecto, y permitió que su excompañero y Albentosa abriesen una brecha importante en el marcador a favor del conjunto malagueño, que puso más picaresca que juego para controlar el partido cuando el rival intentó acortar distancias en el marcador.

Porque a pesar de los gruesos errores de Rubén Blanco, el equipo de Berizzo se echó en los brazos de un omnipresente Orellana y en un brillante Aspas para reducir diferencias en el marcador. Excesivo castigo se estaban llevando los celestes ante un adversario que no generó más peligro en la primera mitad. El Celta, en cambio, tuvo oportunidades para nivelar el duelo antes del descanso.

Tras el tanto de Charles, que sí lo celebró ante sus excompañeros, el Celta pudo empatar pero el disparo de Orellana salió rozando la base del poste de la portería de Kameni. El chileno golpeó en carrera sin precisión tras recibir una excelente asistencia de Aspas desde la mitad del campo blanquiazul.

La conexión moañesa-chilena provocaba terror en La Rosaleda, que cinco minutos después, en el 25, celebraba el segundo regalo de Rubén Blanco. Albentosa aprovechaba la indecisión del portero en el área pequeña para rematar de cabeza un saque de esquina. En el primer tanto, el balón centrado por Rosales salió desviado tras tocar en Aspas. El guardameta de Mos quedó a media salida y permitió que Charles cabecease con comodidad y anotase su séptimo tanto de la temporada.

La mejor ocasión del Celta llegó en el minuto 40, en otra brillante jugada entre Aspas y Orellana. El chileno asistió al moañés, que de cabeza cedió para Wass. El disparo del danés desde dentro del área se estrelló en el larguero de la meta de Kameni.

Sin merecerlo, el equipo de Berizzo se marchaba al descanso con dos goles en contra. La apuesta del técnico argentino no había dado resultado en esta ocasión. Demasiadas innovaciones quizás para un equipo que necesita asumir la marcha de su capitán y la baja de uno de sus máximos artilleros. Lo que más penalizó ayer al Celta no fueron las rotaciones en los jugadores de campo sino en la portería. Ese puesto es demasiado específico y determinante en el fútbol como para cambiar a menudo de titular. La osadía de Berizzo, discípulo de Marcelo Bielsa, no parece tener límites. Los problemas de Rubén Blanco continuaron en la segunda mitad, en la que el Celta no desfalleció en la búsqueda de un gol que le volviese a meter en el partido.

Al borde de la hora de juego Berizzo apostó por un equipo más ofensivo. Metió en el campo a Bongonda por Jonny, con lo que Sergi se acomodó al eje de la defensa y Wass y Hernández se relevaron en el mediocentro.

En una ofensiva del Málaga, Rubén Blanco intentó arrebatarle el balón a Amrabat. El guardameta llegó tarde y el delantero se fue al suelo. Penalti dudoso y expulsión rigurosa del céltico, que cerraba la peor de sus actuaciones en la élite. Sergio Álvarez ocupó la portería celeste e intuyó el disparo del atacante marroquí para evitar una derrota mayor del equipo que se había presentado en La Rosaleda como el segundo mejor visitante de la Liga y con aspiraciones de recuperar la cuarta plaza. Ayer, Berizzo abusó de los experimentos. El equipo perdió el control del juego, una de sus señas de identidad, y se mantuvo con vida por la insistencia de Orellana y de Aspas por no iniciar el nuevo año con una derrota.