Era una de las noticias previas del partido. Augusto Fernández formaba parte del once titular. El argentino recogía el guante lanzado en sala de prensa por Eduardo Berizzo. Optaba por jugar, por defender por última vez la camiseta que le ha abierto las puertas de uno de los conjuntos más potentes del fútbol continental.

Al igual que Krohn-Dehli, Augusto quiso ofrecer su último servicio a la zamarra celeste. El centrocampista argentino centraba todas las miradas en los prolegómenos del duelo ante el Athletic de Bilbao. Su foto junto a Iraizoz, Pérez Montero y sus asistentes no era una más. Era la última imagen en la que luciría el brazalete de capitán de un Celta que ha pasado de salvar la categoría milagrosamente a poner contra las cuerdas a los grandes del fútbol español. Precisamente en este trayecto ha tenido un protagonismo primordial Augusto Fernández, primer fichaje de aquel equipo recién ascendido y que concluye este 2015 en puestos europeos.

Los caminos de Augusto Fernández y el Celta se separarán en las próximas horas. Berizzo decidió sustituir a su compatriota cuando restaba un cuarto de hora para la conclusión del partido. El cambio, obligado por la fatiga física como apunto el entrenador céltico, dejaba dos imágenes simbólicas, Radoja siendo su recambio en la medular y Hugo Mallo recogiendo el brazalete que le acredita como uno de los líderes del vestuario del equipo.

Se acaba el año y el Celta, como club humilde, debe superar una nueva adversidad. Esta temporada está superando con nota todo tipo de baches y dificultades. Los de Berizzo se han sobrepuesto a las bajas de futbolistas determinantes. Ahora toca superar una nueva dificultad, suplir a un futbolista importante en el aspecto futbolístico y sentimental de un conjunto que en 2016 quiere seguir siendo "el rebelde" de la Primera División.